Ha llegado la hora de dejar atrás los viejos prejuicios que mi mente fabricaba y que deformaban el mundo que tengo ante mis ojos. La evidencia empírica de un mundo plagado de profesionales y de seres con un intelecto bastante privilegiado escapaba a mi entendimiento. La masturbación mental que sigo sufriendo, con la diferencia de que me he dado cuenta, dice que yo soy mejor que el resto, que puedo hacer lo que me proponga sin esfuerzo (aunque esto suponga, claro, un rendimiento inferior a algo realizado con esfuerzo). No es así. No soy tan diferente ni soy tan especial. Todos lo somos a nuestra manera, pero no destaco cómo deseaba. Ni mi mente es tan oscura como presumía ni soy tan complejo como parecía. Un chorro de agua fría hace que se despejen las ideas, pero sienta como si miles de agujas se aferraran a la carne.
Quizá haya llegado el momento de dejar atrás todas estas ideas preconcebidas y afrontar las dificultades con esfuerzo para que el resultado sea el óptimo. Supongo que vivir de modo "suficiente" es orinar sobre la propia vida; supongo que no soy tan bueno en lo que hago. Lo primero es afrontarlo y, luego, superar al resto.