Querido diario:
¿Por qué no puedo pensar con claridad en cualquier otra cosa?
Sólo eres un conjunto de bits y de enajenaciones producto de mis ganas de rumiar en nada. Supongo que en ti no hallaré la respuesta.
Hoy el cielo ha llorado lágrimas silenciosas. Disimula, pero todos vemos su llanto.
Hoy no puedo confiar en mi. Ni en ti, estimado ego literario.
Normalmente sé actuar en la mayoría de situaciones, no soy alguien que se sorprenda a menudo, a pesar de que es eso mismo lo que busco. Esto me recuerda a cuando tenía menos de 15 años y duele.
Avanzaré con cautela y respeto. Nunca en exceso.
Ahora me disculparé ante mí mismo por prostituir la escritura para dar a conocer frases vacías. A eso se le llama demagogia y a veces puede ser divertida.
jueves, 12 de abril de 2012
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