Me hundo. A veces me hundo sin razón aparente, o por una equívoca frase en el contexto menos indicado... No, la mayor parte de las veces que muero por dentro lo hago porque malinterpreto algo, porque quiero pensar que el mundo me quiere hacer daño, porque pienso que estoy actuando con demasiada bondad y no estoy recibiendo nada...
...Pero como la mayoría de veces, estoy terriblemente equivocado.
Una vez, uno de los pilares de mi vida me dijo que me buscaba relaciones imposibles, mujeres inestables y casos similares por temor a enamorarme o a que la relación fuera, de hecho, bien. Temor al compromiso, miedo al entregar mi vida por completo y reventar mi burbuja para dejar pasar a otra persona. Sí, en efecto, tengo miedo, pero creo que actualmente sí podría llegar a conocer a alguien para darle todo lo que mi persona es capaz de entregar. Hasta hace relativamente poco era incapaz de hacerlo por diversas razones, pero creo que ya me siento capaz, que el mundo no es un lugar tan terrible (dentro de lo indecible) y que no tengo porque pensar que expongo mis heridas sin cicatrizar. De todos modos, esto ha llegado en un momento de total confusión. Sé que siento y sé por qué: La irracionalidad es siempre la causa de estas consecuencias. El único problema es que no puedo, como nadie, leer la mente de la persona a la que entregaría el fuego de mi alma. No, no sé qué piensa en cada instante, no sé si la sonrisa que esgrime es forzada o si las miradas que me dedica son meramente contemplativas. ¡Y todo esto es una estupidez porque la mayoría de personas no piensa en estos matices! Pero yo crecí con esta maldición. Y, aunque haya aprendido que el mundo no me odia, sí que busca sus propios intereses por encima de todo y... Ella es un interés prioritario para el género masculino. Y yo solo soy un hombre en un mar de hormonas descontroladas... A mí me mataría perderla. Al resto, le daría completamente igual, pues hay más oferta en el mercado del machismo sexual. Ahora que aprendo que la misantropía no es el camino a seguir, resulta que me asaltan las dudas de toda una vida, enterradas en un pasado...
Héroes del Silencio tiene mucho que decir sobre la coyuntura que estoy viviendo.
"Empezar porque sí y acabar no sé cuándo"
Sí, empezar una tarea, una acción, algo... Y no saber cuándo demonios terminará, no tener ni idea de si llegará a buen puerto o sencillamente nunca terminará y acabar fundido en una espiral de terror, indefenso ante la certeza de no querer abandonar una empresa que provoca dolor incluso al pensarla.
"Que termine un momento precioso y le suceda la vulgaridad y nadar mar adentro y no poder salir"
Después de una cita, de una quedada, de una conversación amena; después de una sonrisa y varias carcajadas tengo que volver a estar conmigo mismo, con la peor y mejor compañía que existe. No es fácil impedir que ego me hunda y me destroce por dentro. No es difícil que el "momento precioso" sea sucedido por la vulgaridad. Y después, nadas mar adentro, atrapado en la corriente de tu propia tristeza. El único modo de salir es la voluntad, pero... ¿Si te la merman, cómo demonios lo harás?
"No puedo dormir con éstas lágrimas goteando encima de mí"
No creo que haya que ser demasiado explícito.
"En sus ojos apagados hay un eterno castigo"
El reflujo del dolor que sufrió hace que el brillo de sus ojos se atenúe. De todos modos, siguen siendo hermosos, pero el eterno castigo sigue estando atrapado ahí dentro... Pero parece que solo yo soy capaz de verlo.
"Y dejemos que lo cierto sea lo que imaginamos"
Vivir de ilusiones, creer que amas cuando realmente no sabes qué sientes... ¿Sabéis qué? Los sentimientos nos los inventamos nosotros mismos por necesidad o por necedad.
"La sinceridad, enemiga del ganador"
Cuando lo has contado todo y sin mentir... ¿Qué te queda para defenderte? Vas a caer si esa otra persona no se digna a darte de la mano y evitar tu caída.
"Cuando abandones tu sueño sabrás que has muerto y los gusanos siempre están atentos"
Por último, debo decir que jamás debes abandonar tu sueño por mucho que duela... Sin él, eres lo que dicta la canción: un cadáver. Y a los cuervos de la sociedad les encanta alimentarse de ellos.
En el fondo podrías resumir, estimado lector, todo este texto inútil en una frase: tu interlocutor es un cretino inmaduro e inseguro que, cuando encuentra lo que desea, no sabe qué hacer con ello.
viernes, 25 de octubre de 2013
lunes, 7 de octubre de 2013
All-in sobre el arca de la alianza
Publicado por
Albert Alsina
en
1:01
Ya no hay vuelta atrás. He cruzado una senda sin retorno, como en esas películas malas o en esos videojuegos genéricos en los que cae un tronco en mitad del camino sin razón aparente, cortando cualquier vía de escape. Sí, he apostado todas mis fichas, en un all-in del destino, obligando al resto de jugadores implicados a que pongan toda la carne en el asador. Quizá me estoy pasando, quizá estoy rozando el límite de lo que debería ser la naturalidad de la vida. Quizá estoy, en fin, forzando algo que llevo anhelando desde hace muchísimo tiempo sin saber por qué o sin querer admitirlo conmigo mismo.
Echo de menos la cobardía que me caracterizaba con estos temas cuando era bastante más joven. Le daba juego a la vida en general y me hacía sentir con el doble de potencia en particular. Ahora, soy cobarde en otro aspecto: me tenéis delante de la mesa, esperando a que la quinta carta se destape para mostrar una mano que ni siquiera he mirado. Apostando a ciegas voy en esta partida de poker de la vida y no temo entrar en ella sin una estrategia, sino el resultado final. ¿Victoria o derrota? Quién sabe.
Lo único que le pido al destino, si es que existe, es que no me aleje del descubrimiento más importante que he hecho en los últimos tiempos, de ese cofre dorado que he abierto sin forzar la cerradura, con ternura, cariño y, en cierto modo, amor irracional. Y lo único que me pido a mí mismo es un poco de paciencia, cordura (en la medida de lo posible dentro de la locura en que resulta todo esto) y madurez.
La cerradura del cofre estaba algo debilitada, pues la llave llevaba un par de años en ella, sin moverse, en una rutina de óxido e invariabilidad. Haber encontrado la llave perdida no me da derecho a volver a insertarla si haber restaurado antes el maltrecho baúl, arca de la alianza.
Lo único que le pido al destino, si es que existe, es que no me aleje del descubrimiento más importante que he hecho en los últimos tiempos, de ese cofre dorado que he abierto sin forzar la cerradura, con ternura, cariño y, en cierto modo, amor irracional. Y lo único que me pido a mí mismo es un poco de paciencia, cordura (en la medida de lo posible dentro de la locura en que resulta todo esto) y madurez.
La cerradura del cofre estaba algo debilitada, pues la llave llevaba un par de años en ella, sin moverse, en una rutina de óxido e invariabilidad. Haber encontrado la llave perdida no me da derecho a volver a insertarla si haber restaurado antes el maltrecho baúl, arca de la alianza.
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