lunes, 20 de agosto de 2012

Choque de almas - ¡Hasta pronto!

Solo le pido a la vida una oportunidad, un milagro, un golpe de suerte, un desliz del destino indeterminado...

He tenido ante mí lo más hermoso de la Tierra. Sospecho que una parte de ello se ha quedado conmigo para siempre, pero es frustrante no poder beber del Santo Grial cuando lo tienes aferrado entre tus manos temblorosas pero tranquilas. 

He sido dos y he sido uno. Es la primera vez que siento que puedo ponerme a escribir como si no hubiera nadie más en la habitación. Menuda reserva de inspiración y de creatividad te gastas...

No creo que volver a mi origen sea algo negativo para mí. Sin ir más lejos, creo que ya era necesario. De todos modos, la convivencia constante en una situación tan bizarra desgasta el corazón del tipo más duro que hayáis conocido. Cuando el escudo se quiebra y la piel empieza a escocer y a enrojecerse es cuando el dolor aflora. Cuando dejas que la piel desaparezca, que los músculos se entumezcan y que el hueso se astille es porque tu corazón lo ordena, pero no tu cerebro.

Y así vuelvo: con una herida temporal en el pecho y con la mayor de las felicidades solo superada por una situación ideal que sabe Dios si tendrá lugar.

Después de hacerle una petición a la vida, le doy las gracias por esta oportunidad de conocerme a mí mismo, de entender a mi otra mitad y, qué carajo, de conocerte a ti.

No exagero, duele. Pero esta vez es un dolor dulce. Es el dolor más comprensible del que he hecho gala en esta plataforma.



"Tengo dos mil razones para olvidarme de todo y no pensar más que en tu voz"

jueves, 16 de agosto de 2012

Autoperfección

Una y otra vez... Relájate, seas quien seas y ten un momento de paz contigo mismo. Yo siento una paz que antes no podría haber concebido, ahora soy uno y somos dos. No podría explicarlo de una manera concisa como de costumbre, no os sorprenderá, pero creo que he descubierto qué es la felicidad. 

No se necesitan grandes acciones ni grandes recompensas para que el corazón palpite al ritmo de una sonrisa, soy la prueba viviente de ello aunque soy consciente de que cada ser aspira a algo distinto. Creo que esto me ayudará a seguir creciendo como persona, he cruzado el ecuador de mi vida, he escapado de la tumba que me había cavado yo mismo.

El camino a seguir para llegar a la autoperfección (sabiendo que la perfección en general es inalcanzable y para mí indeseable) es cada vez más evidente. Mi cerebro me marcó una senda y mi corazón otra. La bifurcación me mareaba y no me atrevía a escoger pero he entendido que lo mejor es arrancar el cartel que indica qué hay hacia la izquierda y hacia la derecha e ir andando por el centro, donde las rutas discurren.

Poca lógica necesito, poco razonamiento, ahora que me he conocido mucho mejor. Me será útil, sí, lo reconozco, pero no nacerá de mi seno. 

Conozco el sentimiento más poderoso de todos pero no sabría darle un nombre. Me siento orgulloso de albergarlo entre mis células.

Una vez escogí otorgarte la mitad de mi ser y ahora me he rencontrado con él. Me has demostrado que lo has tratado con amor y respeto, y he aprendido mucho de esa parte que dejé en ti, así que siento felicidad al pensar que mi decisión fue la más acertada que habré tomado en mucho tiempo. Sé que coincidimos en que somos dos almas partidas en dos y unidas por algún azar tonto de la vida de forma equivocada. Ya sabes que no siempre los errores son negativos.

Yo sé que en esta vida he tenido la mayor de las suertes y sé que si intentaran combinar nuestras esencias y sellarlas, el mundo se arrepentiría. Temblarían los cimientos del entendimiento.

lunes, 6 de agosto de 2012

¡Deja de soñar! ¡Deja de no decir nada!


¿Cómo empezar una carta en la que proclamar el suicidio de la cordura en pos de algo que la sustituya?

Siento una presión en el pecho que me ahoga y me hace sentir pequeño, alejado del mundo real. Siento que con cada paso que doy se acerca una tragedia inevitable sea del carácter que sea. Siento que la fantasía siempre es más hermosa que la realidad y que la ficción es flexible frente a la relativa rigidez de la vida empírica.

Siempre lo dejo todo para el final, es un grave defecto que debo eliminar. ¿Me dejaré algo? No, ese no es el problema. ¿Y si pierdo algo? Han pasado muchas primaveras ante mis ojos y escasas ante la inmensidad del planeta. He aprendido y he cometido errores, he sanado unas heridas y he reabierto otras a drede al mismo tiempo que me propinaban nuevas fuentes de amargura.

Me gusta escribir porque me siento grande cuando veo que las palabras fluyen con facilidad a diferencia de cuando intento utilizar el lenguaje oral. Me calo y a menudo no sé por dónde salir. Es este el momento en el que puedo arrojar todo aquello que me hace sufrir y colgarlo para que todos hagáis un ejercicio de empatía, para que disfrutéis del dolor ajeno pero de un modo sano, para aprender todos juntos.

Me gusta vivir. Me gusta disfrutar de lo que no es real, pero también de lo bueno que tiene la Tierra. Me gusta encarar mis temores y vencer ante ellos para luego escupirles y, cuando nadie está mirando, acercarme a sus cuerpos agonizantes y susurrarles: “Gracias por todo. La idea ni siquiera es perfecta, solo es como yo quiero que sea o como creo que necesito que sea. Si el concepto carece de perfección… ¿Puede el ente físico acercarse más a ese estado? No lo sé.

Pero bueno, aquí me tenéis, escuchando atentamente una hermosa composición de una banda que mucha gente jamás conocerá. Aquí estoy, escribiendo frases que no sé si alguno de mis escasos lectores entenderán. Aquí me encuentro, esperando a que algo ocurra cuando debería sentir una felicidad embargadora. ¿Es la felicidad algo real? ¿Lo es el amor? ¿Lo es alguno de los estados que el ser humano denomina como sentimientos? Me da igual, puedo crearlos. Todos podemos hacerlo y eso es lo que hacemos día a día. ¡Me he acostumbrado tanto a crear que ya ni siquiera puedo explicarme sin dar un rodeo! Eso no es un defecto, se trata de un escudo.

He advertido que iba a asesinar a mi cordura, entended que los párrafos carezcan de coherencia entre sí. O Quizá la tienen. ¿Quién sabe?

Hace años que no puedo ser un misterio. No escondo secretos y no soy interesante. Cuento lo que necesito contar y expreso aquello que me oprime. Lo estáis leyendo y lo escucharéis:





De acuerdo, lo reconozco: tengo miedo. De sufrir, de decepcionarme, de morir, de perecer, de fracasar, de causar una mala impresión, de no ser yo mismo, de ti, de él, de ella, de los pronombres personales, del futuro y del presente, del pasado retornante y, sobretodo, de no entender la situación en la que me encuentre.

¿Quién soy? Está claro que yo. De todos modos, si los pilares se resquebrajan, el templo acaba por caer. Los míos son fuertes, de hierro, piedra y madera. Cuando el agua fluye constantemente, acaba por pudrir la madera, por agrietar la piedra y por oxidar el hierro. No voy a hacer una metáfora evidente con el concepto agua. No me refiero a la vida. Bueno, quizá sí, pero no lo entendáis como tal, no es vuestra vida. Ni la mía. Es una metáfora de una metáfora. Nunca bebo agua, pero llega el verano y ya tengo sed.