martes, 4 de junio de 2013

Cuestionando mi existencia

Normalmente no suelo pensar en estas cosas, inmaduro de mí, pero la coyuntura me dice que por delante solo tengo un enorme agujero negro que absorberá lo poco útil que reside en mí para expulsarlo en algún callejón sin salida, rociado de una macedonia de orines caninos y vagabundescos. Nunca he creído que hiciera algo mejor que el resto de personas, pero tampoco pensé que lo hiciera peor. Ahora sé que hacerlo bien o mal no importa si no te ciñes a un guión prestablecido por una sociedad erosionada y oxidada. Veo mi futuro supeditado a un individuo con carencias emocionales graves y cuyo desahogo principal sea la humillación de sus ya humillados empleados al estar por debajo de él en la cadena evolutiva profesional. Al principio quería escribir para mí mismo, luego pensé que quizá podría mostrarle al mundo algo personal y único para hacerles disfrutar y olvidar todas sus penas, problemas, conflictos... Como hago yo cada noche al leer cualquier cosa que tenga entre las manos y que posea un mínimo de calidad. Ahora mismo, mi superior directo es la mediocridad. Allá dónde vaya siempre me sigue, gritándome que no me esfuerce, que no es necesario intentar abrirse paso entre una multitud de piedra inmutable. Intenté ignorar a ese guía cabrón, pero cada vez que me encuentro algo bajo de suministros anímicos aparece para volver a la carga contra mi valuarte debilitado. Los estudios siempre han sido mi escudo contra la profesionalidad; el hecho de intentar acercarme cada vez más a la cátedra es lo que ha dado sentido a muchos de los años de mi vida y, debido a que soy joven, espero poder aprender mucho más en los años que me quedan, pero... Considero que este recorrido que he seguido durante 3 años y que culminará en 2014, no me llevará a buen puerto, sino que se hundirá sin remedio en los pantanos de la complementariedad. Esta carrera no será nada más que una frase subordinada sobre otra que aún está por contruir... Solo espero encontrar el verbo pronto para poder realizar la acción y que el sujeto deje de ser elíptico en este mundo para que pueda tener voz propia, levantarse de la silla de la dependencia y clamar que todo es posible a pesar de que todo está también condicionado. ¿Son solo sueños? No lo sé. Y, francamente, no quiero saberlo. Ya no tengo claro que lo que hago, lo único que sé hacer, esté bien.

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