domingo, 3 de noviembre de 2013

He tenido un sueño... Pero no soy Martin Luther King

Hoy he tenido un sueño, pero no era un sueño de grandeza ni de esperanza para la humanidad como el que contó en su discurso el gran Martin Luther King. Se trata de un sueño estúpido y decadente que yo puedo entender porque yo soy el propio titular de mi vida. Es un sueño que carece de importancia para absolutamente toda la población. Mañana se me pasará, o no. El caso es que si he soñado lo que relataré a continuación, es por una razón sólida.

Imaginaos que cogéis el último tren para llegar a casa desde una ciudad relativamente lejana. Bien, cuando consigo entrar en este tren, me deja en una estación intermedia y, desde ahí, dónde se supone que debería coger el transbordo, no hay más trenes. No hay nadie, de hecho: ni revisores, ni trabajadores, ni guardias de seguridad, ni usuarios de la línea. Nadie. Solo yo y yo mismo. Menos mal que solo es un sueño porque dejarme solo a mí conmigo es la peor idea que mi mente puede concebir como real. Cuando quiero comprobar por qué demonios no pasan trenes y está todo tan desierto, la estación se transforma rápidamente en un motel repugnante, más concretamente en una habitación mugrosa y caótica. No acabo de entender esa parte... E, inmediatamente, aparezco fuera de la estación. En su entrada. Ahí me esperan mis mejores amigos, pero están tan enfrascados con el teléfono móvil que ni siquiera se dan cuenta de mi existencia. No, ellos no son así. No, ellos jamás harían algo así. Sencillamente mi cerebro proyectó algo que temo sobre lo que más quiero. No hablo de mi teléfono móvil en sus manos, ni hablo de un contacto mío que me haga exasperar o que me dé miedo, no. Ambos, contacto y móvil son ajenos, pero tampoco de ellos ni ellas. Y no le temo a él o a ello, sino a lo que pueda causar en mí a causa de una serie de actos que podrían llevarse a cabo. Después aparece... "otra persona", también con el teléfono. Nadie se percata de dónde estoy, pero sin embargo están todos sentados a mi lado. Y yo, como siempre, me hundo. Intento escapar de esa zona pero no hay puertas, estoy en el exterior... Pero una cúpula me impide salir del propio sueño. Y así me he despertado.

¿Qué significa todo esto? Yo considero que es muy simple, a excepción de la parte que ni yo entendí.

Yo me subo a un tren: Yo me apunto a algo, me uno a algo o a alguien.Intento formar parte de algo.

El tren me deja en una estación en la que no salen más trenes: Ese algo al que me he unido me ha dejado en un punto sin retorno y, además, sin salida. De aquí no puede escapar vuestro humilde narrador, como diría Alex DeLarge.

En la estación no hay absolutamente nadie: Es sencillo. El terror corre por mis venas cuando nadie corre a buscarme, cuando veo que, además de que ese tren me ha dejado en la nada, no puedo recuperarme, no hay manera de seguir adelante.

La parte del hotel: Supongo que una habitación caótica connota el caos que llevo dentro de mí... Quién sabe. ¿Sentimientos desordenados?

En el exterior: Lo mejor que tengo en mi vida, ellos y ellas, no pueden ayudarme en esto. Eso me deja completamente indefenso. Además, se ausentan en un aparato en el que pueden estar hablando con cualquier otra persona.

"La otra persona": Tan dulce, tan bondadosa, tan hermosa. Y una frase, una palabra, un par de letras o un sonido de otro individuo podrían hacerle sonreír del mismo modo con el que yo lo conseguiría con un verso, una poesía, un texto retórico en prosa dedicado a sus virtudes, una aclaración de lo mucho que es y de lo poco que cree que es el resto de gente. Jugamos en otras ligas, ni siquiera jugaremos juntos. No lo sé. Duele.

Ojalá pudiéramos escoger ciertas cosas, porque yo seguiría sintiendo. ¿No demostraría eso algo?

A veces me planteo la extremista frase de Hamlet: Morir, dormir... Dormir, quizá soñar.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres grande Albert.. Me encanta

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