Si hay algún estado que odio es la ausencia total de sentimientos: la indiferencia.
Echo de menos aquella época no tan lejana en la que por cualquier razón asomaban atisbos de felicidad, pasión, tristeza, dolor, verguenza... En la que esos atisbos se convertian en partes de un todo celestial que me realizaban, que exprimían de mi interior las letras dejando un rastro de sangre por donde se deslizaban mis palabras.
Parece mentira, y puede que incluso algunos me tachen de exagerado pero es que contra más segundos se añaden a mi corta vida, más contraproducente me encuentro.
Cuando salí de esa época en la que todo crío necesita establecer contacto para dar a entender que está ahí, que forma parte del grupo, empecé a dar señales de intransigencia y de un comportamiento antisocial muy concreto: sólo las personas que yo consideraba inteligentes, distintas o capaces de vivir fuera de un grupo concreto (aquellas personas que siempre llevan una sonrisa en su tez) eran bien vistas por mí, eran "aceptables" según mi criterio. Todo esto demuestra el despotismo del que hacia gala a esa tierna edad, pero era así, he sido así y seguiré siéndolo pues todas las personas pueden cambiar si lo desean. No está en mis planes hacerlo.
Me llevaba... Indeferente con todas las personas que no estaban dentro de mi burbuja (para entonces ya había creado mi oníria sin ser consciente de ello) y es aquí donde empezó todo.
Por alguna razón la mayoría de recuerdos están borrosos y creo que es debido a un mecanismo de defensa por tal insustancial infancia.
Cuando llegué a la adolescencia, aquel alter ego extraño había desaparecido para dar paso a un adolescente (valga la redundancia) cualquiera.
Todo se sucedió sin incidentes y mi vida era de lo más normal hasta que entraron en ella ciertas personas que algún día tendrán una entrada en su honor (POR SUPUESTO).
Después de que esas personas cuya visión de la vida era tremendamente interesanta para la edad me hubieron comentado sus inquietudes, despertó mi yo real, el yo que se conoce ahora.
¿A qué viene todo esto?
Muy sencillo: Yo era un crío; por lo tanto existía en mi un tremendo afán por reír de cualquier chiste malo, de llorar por cualquier herida superficial que lucía algún amigo, de amar con locura dejando de lado mi propia vida... Y mi otro yo me decia que razonara, que ya era hora de ver que todo lo que me rodeaba era tópico y convencional (resumiendo muchísimo); era un niño con una filosofía estúpida y crítica.
Bien, mi pasión favorita en esta vida ha sido siempre escribir, escribir sobre mis sentimientos; sentimientos profundos y poderosísimos que escapaban a mi control y al de cualquier persona.
Llegó un punto en que dejé de sentir con tanta fuerza y empezó a crecer mi peor enemiga.
Esa maldita indiferencia...
A veces consigo librarme de ella, otras me sigue allá donde vaya haciendo que todo aquello que anteriormente me habría apasionado sea vanal.
No voy a explayarme más. No debería llevar mucho hablar sobre la ausencia de sentimientos.
Ahora soy una persona mucho más cercana y extrovertida. Me atrevería a decir que caigo bien en general. ¿Pero a qué precio?
¿Será que en lo que a mí se refiere indiferencia es igualmente proporcional a sociabilización?
Siempre he pensado que sin tristeza no habría felicidad. Pero si no puedo sentir ninguna de las dos poco podré sentir.
¿Dónde ha quedado la ignoráncia socrática? ¿Desde cuando lo sé todo sobre el sentir para que me acose la indiferencia?
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Si leéis esto (soy consciente de que poca gente lo hará) podéis opinar.
¡Creo que me voy a estudiar castellano, que quiero aprobar!
-Albert
martes, 4 de mayo de 2010
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2 comentarios:
Me siento muy identificada con esto, mi niño.
"empecé a dar señales de intransigencia y de un comportamiento antisocial muy concreto: sólo las personas que yo consideraba inteligentes, distintas o capaces de vivir fuera de un grupo concreto"
Y con lo de que tu gran pasión es escribir, la mía también lo es, ya lo sabes.
"¿Será que en lo que a mí se refiere indiferencia es igualmente proporcional a sociabilización?"
Es muy posible que así sea... pero no me gusta eas mala concepción que tienes de tu "yo actual". Piensa que hay gente capaz de detectar tus virtudes, de detectar tu oniria.
Créetelo ya: ERES especial.
Bff... increíble. Sabes de sobra que adoro la forma en que las palabras salen de tu mente y crean tanta belleza...
Como mola este blog no peque? No sabia de su existencia Ö, me pasaré más a menudo :)
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