Se unen una especie de sentimiento de no pertinencia al lugar que habito y una desolación importante. La pérdida de alguien querido siempre es un trago difícil, pero si la absenta me entra, esto también.
Hay algo peor que la propia sensación de vacío que dejan los que se van, y me refiero a los miles de pésames que se reciben, como si eso fuera a aliviar la carga. De hecho, que alguien sienta lo mismo que yo me entristece, pues se supone que también se siente mal, ¿no? También he recibido buenos consejos de buenos amigos y amigas, pero, en resumen, todo se reduce a la conversión de la persona (yo) en mendiga de apoyo.
El problema recae en esencia en que es realmente necesario que se den sucesos terribles para que las personas por las que estás dando algo que no entienden enciendan por fin su bombilla proverbial y se den cuenta de que estás ahí, destrozado. Pero eh, ese estado no viene dado únicamente por una situación funesta, sino por cientos de pequeñas acciones que sientan como disparos a la garganta. Pero, por supuesto, estas gentes entienden que estás jodido porque la muerte se ha llevado a alguien. Claro que estoy jodido, claro que me siento como ese último retrete público fuera de servicio: Solitario y decadente. Si alguien cree que la muerte puede causarme eso, me conoce poco. Soy un tipo sensible in extremis, incluso algo cursi, pero bajo situaciones de cariz serio no suelo derramar lágrimas, ni hiperventilar, ni perder los papeles, ergo mi estado actual es una conjunción de elementos negativos que no tiene lugar aquí.
En cuanto a mi origen creo que ya va siendo hora de ampliar horizontes y abandonarlo momentáneamente, pero no tengo los recursos necesarios para hacerlo. Un éxodo masivo necesito, no solo de mí persona, sino también de sentimientos; tanto negativos como positivos. Expulsar a patadas todo aquello que me hace recelar, llorar, sonreír estúpidamente, sentirme aliviado, sentirme más pesado, preocuparme... Soy un buen anfitrión, pero hasta cierto punto. Una buena amiga me definió una vez como un ángel: Bondadoso pero incapaz de hacer daño. Creo que eso me convierte en una persona débil pero paciente. No me gusta ahogarme en mis propias heces, pero lo suelo hacer en silencio, sin salpicar a nadie.
Creo que aquí no queda ya nada para mí a excepción de lo que ya tengo, que es mucho. De todos modos, mis posesiones se "limitan" a las mejores amistades habidas y por haber, pero no encuentro lo que busco. Siempre me he preguntado por qué encuentro mapas del tesoro con la X marcada justo en el otro extremo desde donde yo me encuentro. Incluso ésta bitácora se está haciendo pesada y me siento culpable por aquellos que tomen la decisión de curiosearla. Necesito un cambio de aires. El problema es... ¿Estoy seguro de a dónde quiero ir? Vaya dónde vaya siempre dejaré prados a medio sembrar, y jamás recogeré los frutos. Así soy yo, un tipo con suerte a priori; solo a priori.
sábado, 29 de diciembre de 2012
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