sábado, 29 de diciembre de 2012

Éxodo masivo

Se unen una especie de sentimiento de no pertinencia al lugar que habito y una desolación importante. La pérdida de alguien querido siempre es un trago difícil, pero si la absenta me entra, esto también.

Hay algo peor que la propia sensación de vacío que dejan los que se van, y me refiero a los miles de pésames que se reciben, como si eso fuera a aliviar la carga. De hecho, que alguien sienta lo mismo que yo me entristece, pues se supone que también se siente mal, ¿no? También he recibido buenos consejos de buenos amigos y amigas, pero, en resumen, todo se reduce a la conversión de la persona (yo) en mendiga de apoyo.

El problema recae en esencia en que es realmente necesario que se den sucesos terribles para que las personas por las que estás dando algo que no entienden enciendan por fin su bombilla proverbial y se den cuenta de que estás ahí, destrozado. Pero eh, ese estado no viene dado únicamente por una situación funesta, sino por cientos de pequeñas acciones que sientan como disparos a la garganta. Pero, por supuesto, estas gentes entienden que estás jodido porque la muerte se ha llevado a alguien. Claro que estoy jodido, claro que me siento como ese último retrete público fuera de servicio: Solitario y decadente. Si alguien cree que la muerte puede causarme eso, me conoce poco. Soy un tipo sensible in extremis, incluso algo cursi, pero bajo situaciones de cariz serio no suelo derramar lágrimas, ni hiperventilar, ni perder los papeles, ergo mi estado actual es una conjunción de elementos negativos que no tiene lugar aquí.

En cuanto a mi origen creo que ya va siendo hora de ampliar horizontes y abandonarlo momentáneamente, pero no tengo los recursos necesarios para hacerlo. Un éxodo masivo necesito, no solo de mí persona, sino también de sentimientos; tanto negativos como positivos. Expulsar a patadas todo aquello que me hace recelar, llorar, sonreír estúpidamente, sentirme aliviado, sentirme más pesado, preocuparme... Soy un buen anfitrión, pero hasta cierto punto. Una buena amiga me definió una vez como un ángel: Bondadoso pero incapaz de hacer daño. Creo que eso me convierte en una persona débil pero paciente. No me gusta ahogarme en mis propias heces, pero lo suelo hacer en silencio, sin salpicar a nadie.

Creo que aquí no queda ya nada para mí a excepción de lo que ya tengo, que es mucho. De todos modos, mis posesiones se "limitan" a las mejores amistades habidas y por haber, pero no encuentro lo que busco. Siempre me he preguntado por qué encuentro mapas del tesoro con la X marcada justo en el otro extremo desde donde yo me encuentro. Incluso ésta bitácora se está haciendo pesada y me siento culpable por aquellos que tomen la decisión de curiosearla. Necesito un cambio de aires. El problema es... ¿Estoy seguro de a dónde quiero ir? Vaya dónde vaya siempre dejaré prados a medio sembrar, y jamás recogeré los frutos. Así soy yo, un tipo con suerte a priori; solo a priori.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Rey de un pueblo en llamas.

Me siento como el rey de un páramo desolado por las llamas. Mi único poder es el de regir sobre las cenizas de mi pueblo y de mis ciudadanos. Puedo controlar mi propio cuerpo pero no puedo modificar el surtido de caóticos pensamientos que mi cerebro da a luz. Hoy me siento completamente desolado. No me gusta mi presente y mi futuro queda muy lejos, incluso el futuro inmediato. A la mayoría de personas no le importa el pasado, pero a mí sí, y mucho.

Lo único que le pido a mi atormentada mente es que me deje vivir. Cuando hay paz me siento vacío, pero el dolor está empezando a resultar insoportable. Asigno todas y cada una de mis canciones favoritas a una voz.  A todos nos evoca algo concreto nuestra canción favorita, pero ahora me ocurre con el género que más me gusta, no solo con un tema. El resonar de las cuerdas vocales melancólicas me hace imaginar tus labios dando paso a notas cautivadoras. Ya no hay paz posible pues mi vía de escape más poderosa, la música, ha quedado colapsada por tu sombra.

La amargura está ocupando mi vida. Podría tener lo que más deseo, pero dar el paso no es tan sencillo. Sacrificar todo para ganar una felicidad efímera sería seguir con mi forma de ser pero no tengo los recursos necesarios. De hecho, quiero esos segundos, quiero ese instante efímero para mí solo.

Siento que cada vez que intento dejar de sentir la cosa se agrava. El mejor símil que se me ocurre es el de un pobre explorador incauto cayendo en un pastizal de arenas movedizas. La víctima intenta salir de la trampa mortal a golpe de brazadas, pero eso solo hace que se hunda más, y más, y más... Al final caerá en la nada absoluta, lo perderá todo y, finalmente, morirá.

Tengo tanto miedo... Dejaré las maneras durante un momento para ser directo:
Estoy jodidamente aterrado. Está a punto de suceder algo, lo sé. Dentro de mí, quiero decir. No quiero... No quiero que vuelva a suceder esto de nuevo. Lanzo un grito ahogado y desesperado de ayuda desde aquí. Que alguien me dé una bofetada para que aprenda a no dejarme llevar siempre en el mismo aspecto.

La puta misma canción una y otra vez. Es preciosa, pero duele.

PD: Creo que el texto ha ido degenerando, ya no sé ni lo que he escrito ni pienso leerlo.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Basta de resistirse

Lo único que deseo en estos instantes no es algo excesivamente ambicioso. Solo quiero partir, descubrir qué demonios albergo en mi cerebro. No necesito grandes inversiones de capital, ni un esfuerzo titánico, pero sí es necesaria una gran fortaleza. Se han despertado nuevas sensaciones, pero algunas de ellas no son sanas. ¿Cómo puedo sentir celos de alguien a quién no conozco? ¿Cómo voy precisamente YO a sentir celos? Eso no forma parte de mi forma de ser... No entiendo qué está pasando, tengo algo de miedo. Debo descubrir el por qué de todo esto, el por qué de esta locura. Me siento tan infantil como cuando tenía solo 15 primaveras. Incluso conservo esperanzas que sé que son vanas. Tengo la certeza de estar persiguiendo algo imposible, pero no voy a dejar de luchar por algo imposible solo porque lo sea. Supongo que soy algo temerario pero quiero vivir y no asesinar los detalles que me dan los pocos resquicios de oxígeno que me quedan. Vive y respira con fuerza... Dame de la mano e impide que me ahogue.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Carpe Diem Oscuro

Después de todo el dolor blandido por la inseguridad y la incertidumbre, de compartir plato con la nada y sostener la mirada al vacío, alguien abrió la puerta del salón del estancamiento, empujó a mis pesarosos comensales y, ante mí, hendió su puñal de pasión sobre sus pechos henchidos en maldad. 

¿Qué puedo decir? El miedo corría por mis venas como la sangre que me da la vida. Se reiniciaba el proceso de vivir y me obligué a mí mismo a levantarme, a despegar mi cuerpo de esa silla de rutina. Todo lo que podía ver era fuego y hielo. La nueva incorporación clavó sus iris en mí e intenté huir de inmediato, pero al percatarme de que no me seguía recapacité y mantuve la compostura. Nadie puede reprocharme la cobardía de la que hice gala en la ornamentada habitación de mi alma pues allí no permanecían más que ese ser y mi propio ego.

Varios cadáveres decoraban la larga y robusta mesa que regía el lugar. Ello se acercó lentamente a mí, en un primer amago de movimiento tras sus actos mortales. Sus ojos seguían en comunión con los míos. No me alejé, fui hacia ello. Las sombras detallaban su cuerpo, impidiéndome ver su piel. No divisaba su sexo. ¿Era hombre o era mujer? O quizá no fuera humano. Recuerdo que no pensé en ello en aquél momento. Me resultaba tan fascinante que algo hubiese conseguido entrar en los resquicios más insanos de mi alma que poco me importaban el resto de factores a tener en cuenta.

Un órgano lúgubre sonaba a cada paso que ambos dábamos. Una comitiva de violinistas, violoncelistas y arpistas daban paso a algo nuevo. A medida que nos acercábamos, la sala se derruía y se generaban nuevas formas. A nuestro paso aparecieron iglesias románicas, catedrales barrocas, frisos clásicos, pórticos de templos griegos, ruinas de civilizaciones olvidadas, tumbas de poetas no reconocidos y criptas de los reyes más grandes que ha dado la historia. Si nada de ello hubiese ocurrido en el pasado, seguramente el ente que tenía ante mí y yo mismo jamás hubiésemos compartido el oxígeno de un mismo lugar.

He escogido finalmente quedarme encerrado en mi propio ser, con ello sentado a mi lado. Compartimos experiencias de la vida y la muerte, definimos con precisión un sentimiento y dibujamos en el castillo de mi fuero interno todas las formas que ha dado el ser humano y que han entregado a la Tierra seres desconocidos. Me gusta, no duele. Sé que con el paso de las manillas del reloj que decora la pared de mi fortaleza ello me abandonará. Para entonces quizá ya han vuelto mis compañeros asesinados: La inseguridad, la incertidumbre, la nada y el vacío. 

De momento disfrutaré del momento. Un Carpe Diem eterno al lado de ese ser oscuro. 

lunes, 20 de agosto de 2012

Choque de almas - ¡Hasta pronto!

Solo le pido a la vida una oportunidad, un milagro, un golpe de suerte, un desliz del destino indeterminado...

He tenido ante mí lo más hermoso de la Tierra. Sospecho que una parte de ello se ha quedado conmigo para siempre, pero es frustrante no poder beber del Santo Grial cuando lo tienes aferrado entre tus manos temblorosas pero tranquilas. 

He sido dos y he sido uno. Es la primera vez que siento que puedo ponerme a escribir como si no hubiera nadie más en la habitación. Menuda reserva de inspiración y de creatividad te gastas...

No creo que volver a mi origen sea algo negativo para mí. Sin ir más lejos, creo que ya era necesario. De todos modos, la convivencia constante en una situación tan bizarra desgasta el corazón del tipo más duro que hayáis conocido. Cuando el escudo se quiebra y la piel empieza a escocer y a enrojecerse es cuando el dolor aflora. Cuando dejas que la piel desaparezca, que los músculos se entumezcan y que el hueso se astille es porque tu corazón lo ordena, pero no tu cerebro.

Y así vuelvo: con una herida temporal en el pecho y con la mayor de las felicidades solo superada por una situación ideal que sabe Dios si tendrá lugar.

Después de hacerle una petición a la vida, le doy las gracias por esta oportunidad de conocerme a mí mismo, de entender a mi otra mitad y, qué carajo, de conocerte a ti.

No exagero, duele. Pero esta vez es un dolor dulce. Es el dolor más comprensible del que he hecho gala en esta plataforma.



"Tengo dos mil razones para olvidarme de todo y no pensar más que en tu voz"

jueves, 16 de agosto de 2012

Autoperfección

Una y otra vez... Relájate, seas quien seas y ten un momento de paz contigo mismo. Yo siento una paz que antes no podría haber concebido, ahora soy uno y somos dos. No podría explicarlo de una manera concisa como de costumbre, no os sorprenderá, pero creo que he descubierto qué es la felicidad. 

No se necesitan grandes acciones ni grandes recompensas para que el corazón palpite al ritmo de una sonrisa, soy la prueba viviente de ello aunque soy consciente de que cada ser aspira a algo distinto. Creo que esto me ayudará a seguir creciendo como persona, he cruzado el ecuador de mi vida, he escapado de la tumba que me había cavado yo mismo.

El camino a seguir para llegar a la autoperfección (sabiendo que la perfección en general es inalcanzable y para mí indeseable) es cada vez más evidente. Mi cerebro me marcó una senda y mi corazón otra. La bifurcación me mareaba y no me atrevía a escoger pero he entendido que lo mejor es arrancar el cartel que indica qué hay hacia la izquierda y hacia la derecha e ir andando por el centro, donde las rutas discurren.

Poca lógica necesito, poco razonamiento, ahora que me he conocido mucho mejor. Me será útil, sí, lo reconozco, pero no nacerá de mi seno. 

Conozco el sentimiento más poderoso de todos pero no sabría darle un nombre. Me siento orgulloso de albergarlo entre mis células.

Una vez escogí otorgarte la mitad de mi ser y ahora me he rencontrado con él. Me has demostrado que lo has tratado con amor y respeto, y he aprendido mucho de esa parte que dejé en ti, así que siento felicidad al pensar que mi decisión fue la más acertada que habré tomado en mucho tiempo. Sé que coincidimos en que somos dos almas partidas en dos y unidas por algún azar tonto de la vida de forma equivocada. Ya sabes que no siempre los errores son negativos.

Yo sé que en esta vida he tenido la mayor de las suertes y sé que si intentaran combinar nuestras esencias y sellarlas, el mundo se arrepentiría. Temblarían los cimientos del entendimiento.

lunes, 6 de agosto de 2012

¡Deja de soñar! ¡Deja de no decir nada!


¿Cómo empezar una carta en la que proclamar el suicidio de la cordura en pos de algo que la sustituya?

Siento una presión en el pecho que me ahoga y me hace sentir pequeño, alejado del mundo real. Siento que con cada paso que doy se acerca una tragedia inevitable sea del carácter que sea. Siento que la fantasía siempre es más hermosa que la realidad y que la ficción es flexible frente a la relativa rigidez de la vida empírica.

Siempre lo dejo todo para el final, es un grave defecto que debo eliminar. ¿Me dejaré algo? No, ese no es el problema. ¿Y si pierdo algo? Han pasado muchas primaveras ante mis ojos y escasas ante la inmensidad del planeta. He aprendido y he cometido errores, he sanado unas heridas y he reabierto otras a drede al mismo tiempo que me propinaban nuevas fuentes de amargura.

Me gusta escribir porque me siento grande cuando veo que las palabras fluyen con facilidad a diferencia de cuando intento utilizar el lenguaje oral. Me calo y a menudo no sé por dónde salir. Es este el momento en el que puedo arrojar todo aquello que me hace sufrir y colgarlo para que todos hagáis un ejercicio de empatía, para que disfrutéis del dolor ajeno pero de un modo sano, para aprender todos juntos.

Me gusta vivir. Me gusta disfrutar de lo que no es real, pero también de lo bueno que tiene la Tierra. Me gusta encarar mis temores y vencer ante ellos para luego escupirles y, cuando nadie está mirando, acercarme a sus cuerpos agonizantes y susurrarles: “Gracias por todo. La idea ni siquiera es perfecta, solo es como yo quiero que sea o como creo que necesito que sea. Si el concepto carece de perfección… ¿Puede el ente físico acercarse más a ese estado? No lo sé.

Pero bueno, aquí me tenéis, escuchando atentamente una hermosa composición de una banda que mucha gente jamás conocerá. Aquí estoy, escribiendo frases que no sé si alguno de mis escasos lectores entenderán. Aquí me encuentro, esperando a que algo ocurra cuando debería sentir una felicidad embargadora. ¿Es la felicidad algo real? ¿Lo es el amor? ¿Lo es alguno de los estados que el ser humano denomina como sentimientos? Me da igual, puedo crearlos. Todos podemos hacerlo y eso es lo que hacemos día a día. ¡Me he acostumbrado tanto a crear que ya ni siquiera puedo explicarme sin dar un rodeo! Eso no es un defecto, se trata de un escudo.

He advertido que iba a asesinar a mi cordura, entended que los párrafos carezcan de coherencia entre sí. O Quizá la tienen. ¿Quién sabe?

Hace años que no puedo ser un misterio. No escondo secretos y no soy interesante. Cuento lo que necesito contar y expreso aquello que me oprime. Lo estáis leyendo y lo escucharéis:





De acuerdo, lo reconozco: tengo miedo. De sufrir, de decepcionarme, de morir, de perecer, de fracasar, de causar una mala impresión, de no ser yo mismo, de ti, de él, de ella, de los pronombres personales, del futuro y del presente, del pasado retornante y, sobretodo, de no entender la situación en la que me encuentre.

¿Quién soy? Está claro que yo. De todos modos, si los pilares se resquebrajan, el templo acaba por caer. Los míos son fuertes, de hierro, piedra y madera. Cuando el agua fluye constantemente, acaba por pudrir la madera, por agrietar la piedra y por oxidar el hierro. No voy a hacer una metáfora evidente con el concepto agua. No me refiero a la vida. Bueno, quizá sí, pero no lo entendáis como tal, no es vuestra vida. Ni la mía. Es una metáfora de una metáfora. Nunca bebo agua, pero llega el verano y ya tengo sed.

miércoles, 25 de julio de 2012

Incertidumbre y exilio del alma


Tengo miedo del rechazo, temo la ausencia de una sonrisa sincera y la aparición de una mueca hipócrita. No quisiera que mi pobre mundo se autodestruyera con tu presencia, aunque ya no fuera necesario. Lo único que deseo es conservar esa oscuridad en mí pero teñirla de tu luz creativa. Un abrazo compasivo me dejaría a años luz de la felicidad y uno sincero tendría un efecto desconocido sobre mí. Solo un ser más allá de la comprensión podría provocar un efecto semejante y sé de buena tinta que los sentimientos son irracionales, ergo difíciles de entender.

Me encanta imaginar que existo en una ciudad ya olvidada. No, en la ruinas de esa misma civilización. Esos conjuntos de construcciones no tienen por qué ser fantásticos; de hecho, cuando cierro los ojos visiono claramente los restos de las antiguas polis griegas y las losas ya desgastadas de los foros romanos. Durante una época de auge político y económico se gestó la mayor decadencia humana. Muerte, enfermedades, corrupción, esclavismo entre otros hechos desafortunados poblaron las mentes de los habitantes del clásico lugar, de la cuna de nuestra cultura. Decidme, ¿no hay lugar más hermoso para perder el espíritu que el emplazamiento del génesis de nuestra inocencia y de nuestra suspicacia? Existieron muchas otras culturas antes que las que asentaron nuestras bases, pero la coexistencia del arte y la superficialidad más profundos me hace creer que nunca nada está perdido, que lo hermoso siempre tendrá su lugar y que el simbolismo poblará mi cerebro hasta que se pudra en el interior de los gusanos o hasta que se reduzca a cenizas y flote hasta los bosques menos conocidos, donde la música primigenia del pájaro y del árbol al que susurra el viento calme a mi ego muerto.

Por eso a veces cuesta comprenderme. Ando perdido entre antiguas civilizaciones y entre anacronismos varios. No me gusta el mundo actual, no me gustan las guerras frías a las que estamos sometidos. No me gusta que todo esté al alcance de nuestra mano pero que aún así contraigamos nuestros dedos para cerrar el puño golpeando a la cultura global que se nos ofrece. Antaño, si queríamos conocer otras tierras y sus filosofías debíamos olvidarnos de la nuestra durante un tiempo y partir dejando todo atrás. Si volvíamos seríamos más sabios, si no, nuestra sabiduría sería sencillamente diferente.

¿Cuántas veces he soñado con agarrar una libreta y un bolígrafo y partir al templo del cabo de Súnion?

Cabo de Súnion. Fuente:  http://ernesto51.files.wordpress.com
Creo que he llegado a la conclusión de que el ser al que conozco con mayor profundidad no es a mí mismo, sino al ego que he creado y que has creado con el paso de los años. Mi ego original murió y de sus cenizas renació un ente formado por la esencia del anterior y por una cantidad considerable de fragmentos de tu alma. Soy feliz por ello; todos morimos y renacemos día a día. Y cuando he ido conociendo a otros individuos capaces de dejar mella en mí, he abierto huecos en mi corazón que creía inexistentes para no tener la necesidad de borrar quién soy de mi código genético.

martes, 8 de mayo de 2012

Bu-Shi-Do

Esta noche quiero dedicarle un pequeño pero gran espacio a Japón. Pequeño porque este rincón de la Red es casi inexistente y grande porque ocupa un espacio considerable en mi alma.


¿Qué es lo más importante según la cultura occidental? Lo único que no se perdió cuando Pandora abrió esa maldita caja: la esperanza. Y de la esperanza nace la necesidad de seguir adelante por todos los medios; la voluntad, al fin y al cabo, de vivir; la vida.


La cultura oriental clásica tiene un enfoque muy diferente al nuestro como todos sabréis. Concretamente la cultura nipona arraigada en el bushido o el camino del samurai (guerrero) antepone el honor a todo lo demás.


Todas las culturas del mundo guardan sus diferencias. Algunos puntos de vista son inconcedibles desde el otro rincón del globo. Si la vida es lo único que nos mantiene existiendo, ¿cómo es posible que alguien valore el honor más que la propia supervivencia? Entiendo que no se comprenda o asimile rápidamente, pero si nos esforzamos podremos ver la profundidad de las palabras del samurai.


El buen guerrero debía seguir 7 normas o principios que regían el Bushido: 

  • el Gi, la honradez o la justicia; 
  • el Yu, el valor; el Jin, la compasión; 
  • el Rei, la cortesía; 
  • el Meyo, el honor; 
  • el Makoto, la sinceridad absoluta; 
  • el Chugo, la lealtad y el deber. 
Los 7 preceptos y los kanjis de Bushido en el centro. Fuente: Bushido-Le-Samurai




Como se desprende de estos preceptos, la vida del samurai no era sencilla. 


Un caminante en la senda del guerrero debía ser honrado con todos y cuando se hablaba de justicia aludía a la propia, a la que surgía de su corazón.


"El coraje heróico no es ciego. Es inteligente y fuerte"; el samurai no se escondía jamás. A pesar de haber recibido un entrenamiento para soportar unas batallas extenuantes, el buen guerrero no era despiadado. La compasión era necesaria para conservar el honor. 


Según el Jin, "El samurai debe ayudar a sus hermanos en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla". Incluso podían desviarse de la senda para alargar la mano al resto.


Un samurai no necesita mostrar su fuerza, por eso existe el Rei, la cortesía. El samurai es temido por su fiereza en la batalla pero es respetado por su trato con los demás.


La más importante de las bases a mi parecer, el Meyo, el honor, dice que el único juez del samurai es él mismo. Sus decisiones serán el reflejo del ser que habita en el alma del guerrero.


Para el siguiente punto, el Makoto, la sinceridad absoluta, únicamente puedo citar una frase: "Hablar y hacer son, para un samurai, la misma acción".


La séptima norma del bushido habla de la lealtad. El Chugo dice que el samurai es responsable de todo lo que ha dicho y hecho y se debe atener a las consecuencias. El samurai siempre le será fiel a aquel que está bajo su protección.


"Las palabras de un samurai son como sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que él vaya, por ello el samurai debe tener cuidado con el camino que sigue".






Es hermoso... La katana no se usaba para asesinar. La katana se desenvainaba para defender a alguien en peligro y, como consecuencia, morían otros samurais. Pero ellos mismos seguían la senda del bushido y estaban dispuestos a morir usando su propia vida como escudo para defender su honor. Cuando un samurai consideraba que se había extraviado de la senda correcta, se hacía el Harakiri. El Harakiri es un ritual de suicidio que consiste en apuñalarse a uno mismo el estómago e ir abriendo la herida con un arma blanca de tamaño reducido. Si un familiar o un ser cercano consideraba que la falta no eclipsaba toda una vida de honor, cortaba la cabeza a la víctima con una katana para acabar con su sufrimiento de un modo honorable.


Si tú darías la vida por el ser al que más amas, no eres tan diferente de un samurai. Si entre llantos de dolor y charcos de sangre puedes divisar la figura del sentido de tu vida, habrás muerto como un guerrero sin saberlo. Corrían otros tiempos y los pensamientos no son inamovibles, pero la historia ha dejado mella en mi frágil alma occidental. No empuñaré una katana, pero si levantaré mi voz, usaré mis derechos y me saldré del camino para eliminar los obstáculos en la senda de mis seres queridos. Bushido es más que un camino, bushido es lo que tú veas que hay oculto bajo las rocas del límite del mapa.


No sé si me he explicado, pero con esto justifico uno de mis proyectos de tatuaje: Bu-shi-do.

jueves, 3 de mayo de 2012

Silencio

No tengo nada que decir, pero dicen que en el arte se pude jugar con el vacío, con el silencio, con la oscuridad...

Os animo a que escribáis lo primero que se os pase por la cabeza en los comentarios, desde una opinión personal de lo que hago, de cómo soy y de mi psique hasta un pequeño escrito para demostrar que me pasáis la mano por la cara, pasando por dedicatorias de paz, amor y odio o declaraciones de guerra. Todo esto, si queréis, de forma totalmente anónima.

Hoy solo habrá silencio. Os escucho, que ya va siendo hora de callar un poco.

domingo, 29 de abril de 2012

"Quiero conocerte"

Por muy desesperante que parezca mi personalidad con respecto al resto del universo mundo, hay gente que me tiene en alta estima, por lo que puedo deducir que soy soportable. Por eso algunos seres errantes de la red leen algunas de las concepciones más pueriles y extravagantes que han salido de mi mente.

Busco dolor. No un dolor intenso y destructivo ni un dolor nimio del que uno pueda reírse. Busco sentir en mi corazón el dolor que impulsa a uno a seguir con vida, como una carga desfibrilante. Supongo que esa es la razón por la cual persigo el objetivo más difícil de todos: conocer. Y conocer de verdad. Cuando haya conseguido eso alcanzaré el placer, el binomio del sufrimiento.

La primera vez en mi vida que me planteé el conocer a alguien en esencia fue cuando, disfrutando del que para mí es el mejor videojuego de todos los tiempos, Final Fantasy VII, un personaje entrañable (Aeris) le dice al protagonista: -"Quiero conocerte". Obviamente, ellos ya se conocen desde hace un tiempo, pero al oír eso, el héroe (Cloud) se desconcierta y le responde: -"Pero estoy aquí..." y ella contraataca: "Pero quiero conocerte".

Tras la experiencia anterior, intenté a la tierna franja de edad de unos 10 a 12 años, descifrar el mensaje oculto en esa conversación. No le veía sentido, pero llegué a una conclusión: Hay algo que no conozco de Aeris. Algo que ni siquiera el narrador omnisciente podría conocer. Y ese algo nace de la experiencia sensual y sentimental.  Los cinco sentidos y los sentimientos como la ira, el amor, el odio, la envidia, la lujuria, la pereza y la indiferencia entre muchos otros juegan un papel fundamental en la tarea del descubrimiento interno de alguien.

Creo que este comentario podría causar polémica, pero el amor se me ha quedado corto. Necesito ampliar mis horizontes y creo que este es un buen modo de hacerlo. No quiero inmiscuirme en la vida de los demás sin que ellos me lo permitan, pero si veo una evolución positiva de los acontecimientos, seguiré adelante. Navegando hacia la poderosa tormenta.

A pesar de todo lo expuesto, sé que el mar no podrá provocar el hundimiento de mi inestable ego. No quiero admitirlo pero soy inmortal, y lo sabes. Viviré tras la muerte en las mentes de mis metas: mis seres amados. Pienso dejar huella de algún modo u otro, empezando por seres concretos, individualmente. Pero quiero conocerte, aprender de ti, saber qué deseas de esta vida.

Verás, si a veces soy demasiado directo en mis poco sutiles indirectas ininteligibles es porque se me antoja completamente imposible guardarme para mí mismo todo esto. Es absurdo, en mi cabeza no hay espacio para tanto. Supongo que es mala suerte, como cuando un francotirador escoge a su objetivo. Solo que puedes zafarte de la diana que llevas en el pecho. Si así lo deseas.

Una pequeña confidencia: tras escribir muchos de estos contenidos, uno se queda muy a gusto.

jueves, 12 de abril de 2012

Mareo

Querido diario:

¿Por qué no puedo pensar con claridad en cualquier otra cosa?
Sólo eres un conjunto de bits y de enajenaciones producto de mis ganas de rumiar en nada. Supongo que en ti no hallaré la respuesta.

Hoy el cielo ha llorado lágrimas silenciosas. Disimula, pero todos vemos su llanto.

Hoy no puedo confiar en mi. Ni en ti, estimado ego literario.

Normalmente sé actuar en la mayoría de situaciones, no soy alguien que se sorprenda a menudo, a pesar de que es eso mismo lo que busco. Esto me recuerda a cuando tenía menos de 15 años y duele.

Avanzaré con cautela y respeto. Nunca en exceso.

Ahora me disculparé ante mí mismo por prostituir la escritura para dar a conocer frases vacías. A eso se le llama demagogia y a veces puede ser divertida.

domingo, 25 de marzo de 2012

Rareza, extrañeza, curiosidad, pasión: Felicidad

Vais a leer una rareza; algo especial colmará el espacio digital de este rincón solitario de la red: La felicidad embarga el alma del propietario del alma de estas palabras. 

Quisiera aclarar que las palabras no se pueden poseer, y por ello aclaro que su alma sí es mía, pues son fragmentos de la que yo mismo albergo.

Partamos de una premisa: La vida es maravilla, es el mayor don que existe, es el regalo más preciado del universo y, sobretodo, puede llegar a ser realmente hermosa. Pero cuidado, sé de buena tinta, como todos vosotros, que alguien que pasa hambre, alguien cuyo país es azotado por la guerra, alguien que ha perdido todo lo que tenía o alguien que no tiene a nadie que le aprecie no puede concebir la vida como algo positivo. Y es que, aún a riesgo de parecer repetitivo, la vida es injusta: Unos tienen más de lo que otros podrán jamás soñar con poseer. Unos tienen enormes yates y otros poseen migas de pan que compartirán con sus familias. Otros no tienen migas de pan. Otros no tienen familia. Otros, ni siquiera, tienen alguien que les estime.

Hoy quisiera gritarle al mundo. Gritar con ira y pasión, armar una oda en su honor y en contra del ser humano. Hoy quisiera dar gracias por la vida que se me ha conferido, por la movilidad de mi humilde cuerpo y por la lucidez (o no) de mi mente. Por supuesto, no le agradezco todo esto a ningún dios (en minúscula). Se lo agradezco al azar y a la Tierra. Al origen de la vida y a todo lo que conforma la mía.

Además de todo lo anteriormente dicho, me gustaría dejar claro que creo que no he podido tener más suerte con los seres queridos con los que me ha tocado lidiar. No toda mi familia está unida y algunos son seres que me son de total indiferencia, pero los seres realmente importantes que la forman son, bajo mi punto de vista, maravillosos, a pesar de la cursilería que se desprende de la palabra.

A la hora de mencionar a mis amistades puede que derrame alguna lágrima. Pero no, no lo haré; ya no. He tenido muchos seres queridos. Los que realmente me aprecian están ahora mismo a mi lado, nos veamos o no. En este punto de mi vida puedo afirmar sin ningún temor a equivocarme que el azar me ha otorgado un 777. Mis amistades son algo fuera de lo común. Una hermandad no sectaria nos une y, aunque ha habido discusiones como es normal, las columnas han seguido intactas e imponentes desde hace muchísimos años.
No voy a nombrar a nadie, pues el riesgo de exclusión es alto y no quisiera deprimir a nadie (aunque sé que no valgo tanto la pena como para provocar ese efecto). Se sentirán aludidos, querido lector, y espero que tú seas uno de ellos para darte las gracias de nuevo y convencerte de que jamás sueltes mi mano. Tú me otorgas y yo hago lo propio.

Todo tiene su fin. Pero cuando algo muere, otro ente nace para dar paso tras su tardía muerte a las próximas sensaciones y sentimientos. La amistad real es algo eterno e inefable. Si se puede describir sin tartamudear o balbucear, no estamos hablando de amistad real. Y si lo consigues, eres todo un Cicerón.

Me dispongo a partir hacia la morada de ciertas amistades, donde me esperan algunos de los seres que más he apreciado en toda mi vida. Lo que allá ocurra, desde un suspiro de hastío hasta una carcajada de burla en animus iocandi serán grabados a fuego en mi egoísta, romántico pero sosegado corazón.

En mi ha despertado la pasión, la emoción, las ganas de seguir viviendo y la ambición sin fin pero con pausa. Si me caigo me levanto y si me golpean les devuelvo el favor.

La música es hermosa, la literatura me transporta a Oniria y el arte comunicativo me lleva a otro nivel de felicidad. La curiosidad, el fuego interno, el misticismo, el romanticismo clásico que yace en mi y el altruismo en su justa medida harán palpitar mi patata vital.

Por último, debo dar las gracias de nuevo al azar por darme a conocer a un verde y puntiagudo pero hermoso ser, a la brevedad de sus interrupciones y al valor de las mismas. A la D mayúscula sin la terminación olorosa.

Gracias. Por leerme y por formar parte del texto. 

sábado, 4 de febrero de 2012

Agua fría

Ha llegado la hora de dejar atrás los viejos prejuicios que mi mente fabricaba y que deformaban el mundo que tengo ante mis ojos. La evidencia empírica de un mundo plagado de profesionales y de seres con un intelecto bastante privilegiado escapaba a mi entendimiento. La masturbación mental que sigo sufriendo, con la diferencia de que me he dado cuenta, dice que yo soy mejor que el resto, que puedo hacer lo que me proponga sin esfuerzo (aunque esto suponga, claro, un rendimiento inferior a algo realizado con esfuerzo). No es así. No soy tan diferente ni soy tan especial. Todos lo somos a nuestra manera, pero no destaco cómo deseaba. Ni mi mente es tan oscura como presumía ni soy tan complejo como parecía. Un chorro de agua fría hace que se despejen las ideas, pero sienta como si miles de agujas se aferraran a la carne.

Quizá haya llegado el momento de dejar atrás todas estas ideas preconcebidas y afrontar las dificultades con esfuerzo para que el resultado sea el óptimo. Supongo que vivir de modo "suficiente" es orinar sobre la propia vida; supongo que no soy tan bueno en lo que hago. Lo primero es afrontarlo y, luego, superar al resto.

martes, 17 de enero de 2012

Videojuegos y pasión

La Fantasía Final es un término referido a la última esperanza de una empresa casi en la bancarrota. A muchos os sonará su nombre: Squaresoft. Tras más de 10 entregas, Squaresoft ha conseguido vender en oriente y en occidente millones de copias de todos sus juegos. Desafortunadamente la magia no dura para siempre y es que no puedo hablar sólo de una saga tan maravillosa como lo ha sido Final Fantasy.

La Fantasía Final me evoca algo distinto que a sus creadores. Sea porque jamás he regentado una empresa, sea por las razones que sean. Este término me hace pensar en aquellos videojuegos que no son sólo buenos. Estoy hablando de ese tipo de juegos virtuales que son obras maestras no sólo por el conjunto de sus propiedades, sino porque aún hoy en día los recordamos y lo haremos a pesar del paso imparable del tiempo.

Seguramente muchos de los que estéis leyendo esto pensaréis que sólo me baso en Final Fantasy para redactar mis más sentidas opiniones, pero estoy hablando en general basándome en una entrega concreta de la saga: Final Fantasy X. ¿La razón? Os la aclararé al final. He jugado muchísimos juegos en toda mi vida. Sé que algunos de mis lectores habrán completado aún un número más exorbitado, pero no pretendo alardear de mi tiempo libre años atrás, sólo necesito saber que entendéis mi testigo.

Una obra maestra (que no un buen juego) debe conformar ciertos aspectos. El primero de todos es que los personajes deben ser entrañables. Debemos recordar su nombre a pesar de que no sean personas reales y deben caernos fatal o genial. Y con esto último no me refiero a sentir empatía positiva por un personaje arquetípico y heroico, sino por alguien cuyos sentimientos y reacciones entiendes; alguien que no sea perfecto; alguien con unos defectos que le lleven a cometer errores graves y que luego quiera redimirse, etc. Cuando hablo de caer fatal me refiero a un villano (o no) cuyo objetivo sea tan despreciable que casi no lo puedas creer. Alguien a quien no le importe el dolor del prójimo, alguien que no tenga nada que perder, alguien que de lugar a un conflicto dramático e interesante que haga llorar lágrimas al protagonista con tal de solucinarlo.

El segundo elemento tras la empatía sugestiva sería, a mi parecer, un guión sólido y coherente, acompañado por un contexto de ensueño, un mundo nuevo y completamente fantástico con sus oscuros rincones de desesperación y con sus ostentosos edificios habitados por hipócritas poderosos. Recordemos que sin un buen villano no puede haber un buen argumento, como en el caso de Final Fantasy XII. (Sé que se supone que hay villano pero… Es prácticamente aleatorio).

El tercer elemento es una banda sonora imprescindible y propia. Cada título diferente de videojuegos debe tener un estilo completamente suyo y que nos evoque a las horas de juego dedicadas. En el caso de Squaresoft, contaban con el maestro Nobuo Uematsu. ¿Qué más se puede decir?, ¿Quién no ha derramado lágrimas alguna vez con sus composiciones?

Antes de seguir enumerando aspectos teóricos de lo que es una obra maestra, debo comentar que un buen amigo me comentó una vez que los videojuegos deberían conformar un nuevo tipo de arte. Desearía que eso ocurriera, amigo. ¿Qué tiene la vida real que no tenga un videojuego aparte de, obviamente la propia realidad? Una obra maestra contiene arquitectura digital, una banda sonora deliciosa, un guión incomparable, esculturas adjuntadas a la arquitectura, la interpretación de los personajes a pesar de que no existan, entre otras cualidades. ¿Ver una película es mejor que SER el protagonista de lo ocurrido en un videojuego? Creo que sólo si necesitas relajarte y careces de tiempo y además albergas en ti los prejuicios que dicen que sólo alguien “rarito” jugaría a videojuegos.

Y, ¿sabéis que es una obra maestra? Algo que sea capaz de obligarme a escribir todo esto sólo con ver por casualidad uno de sus fragmentos. Algo cuya esencia pervivirá durante muchísimos años y algo que será comentado entre los amigos que compartan este gusto para siempre. Algo que se recordará con cariño y sobretodo, algo que permanecerá en nuestros corazones como parte de nuestra infancia, juventud o vejez según convenga.

En este caso, ese algo ya debe de ser algo obvio. Todo esto lo ha conseguido un vídeo de Final Fantasy X y por eso era el ejemplo que nos ocupaba. Los jugadores nostálgicos cuelgan sus vídeos jugando y nosotros recordamos nuestro pasado. Concretamente la razón de este texto es el tema que se puede escuchar cuando todo el grupo llega a Zanarkand. A dream that will end sometime.

Todo esto ni siquiera me ha salido escuchando el tema. Lo estoy escuchando ahora para rememoraros la parte a la que corresponde:

“Las lágrimas del jugador se derraman cuando recupera el control de Tidus tras la nueva presentación del prólogo del juego. Ahora entiende por qué el protagonista comenta que es su última oportunidad. Tidus, Yuna, Wakka, Auron, Kimahri, Lulu y Rikku retoman su viaje a través de la ciudad milenaria. A través de las ruinas de Zanarkand no dejan de ver visiones del pasado de Braska, Jecht y Auron. Todo esto sin duda hace que el jugador se enternezca. A medida que los protagonistas se adentran a las entrañas de la ciudad se ven obligados a luchar contra las almas de los difuntos habitantes del lugar, ahora horrendos monstruos pululantes. El tema A dream that will end sometime no ayuda a que el jugador intente sonreír. La diversión o el ocio no son su objetivo ahora. Su deber es acabar con Sihn a costa de su vida, pero no a costa de Yuna. Tidus se mentaliza para acabar con su padre mientras se estrecha la distancia de los protagonistas del lecho de Yunalesca, la creadora del Eón Supremo. El aura de tristeza y melancolía de Zanarkand es palpable hasta por los amigos que han ido a visitar al jugador y que jamás han tocado el juego. Lucillos o fragmentos de almas humanas convertidas en monstruos flotan por la ciudad muerta. Cuando Tidus se enfrenta cara a cara con Yunalesca, decide negarle la necesidad de un eón supremo que implique el sacrificio de uno de los amigos de Yuna y de la propia invocadora para destruir a Sihn. Yunalesca se enfrasca en una feroz batalla que los héroes repudiados por la sociedad de Spira vencen. La última oportunidad ha sido destruida, pero saben que es posible derrotar a Sihn, aún conservan una última esperanza…”

Como veis, el jugador ha pasado inevitablemente a confundir la realidad con la ficción. Lo siento, pero bajo mi punto de vista un Call of Duty o un God of War, o un Gears of War, no pueden conseguir esto. Es mi opinión y podéis o no estar de acuerdo con ella. Sólo os pido que no faltéis.