martes, 19 de noviembre de 2013

Béquer estaba equivocado

Esta noche me ha dado por pensar qué diré cuando cumpla los 23 años. Una de las frases que se me ha ocurrido es que "la vida es poesía", en contra del ideal becqueriano que dictamina que "poesía eres tú". Considero que Bécquer estaba ensimismado y perdido como todos cuando nos enamoramos, aunque cada cual lo haga en la medida que su propia mente le permita. Yo, por ejemplo, creo que soy muy parecido al desdichado autor sevillano, pues me hundo completamente en los lagos de oscuridad cual buzo y exploro en sus profundidades en busca de conocimiento y lágrimas, así como también entrego hasta el tuétano proverbial de mi también metafórica alma a la afortunada que reciba mis dotes amorosas.

Decía que Bécquer sufría de un ensimismamiento terrible porque denominó poesía a una de las muchas mujeres que pasarían ante sus ojos y hacia su corazón. Yo mismo he escrito textos en prosa en los que divinizaba a las mujeres que me han marcado a fuego y llanto, y también he escrito (o lo he intentado) poesía en la que cada una de las sílabas enaltecían la belleza, bondad y perfección general de la mujer (o muchacha) en cuestión. Bien, una vez expuesto esto, todos sabemos que el amor nunca dura una eternidad. El amor, como todo a excepción de las creencias religioso-culturales (como todo lo sano, vaya), tiene fecha de caducidad. La diferencia de comerse un yogur marcado a uno sin esos numeritos pequeños y negruzcos que dictan arbitrariamente cuándo exactamente el producto dejará de estar en óptimas condiciones para el consumo (que no incomestible), es que cuando comemos algo cuya fecha de caducidad conocemos, nos apuramos a disfrutarlo antes de que se eche a perder y, cuando no conocemos ese límite, almacenamos el producto hasta que nos venga en gana gozar de sus propiedades. Con el amor pasa algo similar, ya que jamás sabremos cuándo morirá, por lo que no siempre tendemos a vivir con locura esa (valga la redundancia) locura que debe carecer de cordura. El amor, bajo mi punto de vista, debe ser disfrutado, saboreado y explotado. Recordad que solo nos arrepentimos de lo que no hacemos.

Lo que venía a decir es muy simple: Bécquer, ¿estás seguro de que la poesía era ella? El amor es efímero, como la vida misma, solo que la vida, por muy puta que pueda ser con frecuencia, es lo único que tenemos. Y la propia vida engloba todo, incluido el amor. Yo mismo he visto pasar ante mis ojos futuras esposas según mi propio espíritu, pero, en realidad, algunas han durado en ese rincón de mí un único mes. Cuando la locura no puede ser disfrutada, se deshecha. Eso no implica que esas personas no valgan nada o que no me interesen (algunas fueron enviadas directamente a la papelera de reciclaje de mi cerebro), pues he conocido verdaderos portentos intelectuales, creativos, sociales y seductores en el sentido maduro de la palabra.

Entonces, Bécquer, ¿no sería más adecuado decirle a esa muchacha...?:

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
[Ahora pongo de mi parte, quizá destruyendo un clásico] Original: Poesía... Eres tú.
Poesía... Es la vida en la que me arropas tú,
verso de la más suave de las sedas.

Para mí, ellas son un verso en mi vida. No la propia poesía. La poesía es, para mí, la vida: toda una alegoría que engloba todas las vivencias. Puede que algún día, me salga un verso alejandrino con dos hemistiquios perfectos y más armoniosos que un haiku.

Por cierto... ¿No es siempre negra la pupila?

lunes, 4 de noviembre de 2013

Silencio

Este blog ya lleva 50 entradas publicadas. 50 entradas de sufrimiento, dado que solo escribo aquí cuando necesito expulsar el dolor. Esta entrada no es ninguna excepción, pero hoy solo puedo entregar...

...Silencio.

Y GRITOS propios de las almas más atormentadas del inframundo.

Y DOLOR punzante y ardiente, como una cascada de absenta en un corte por katana en el corazón.

Y MENTIRAS para sazonar esta vida sincera que me escupe a la cara.

Y SANGRE que no fluye por unas venas muertas de un corazón inactivo.

E IRA por una bondad que NO LLEVA A NADA, por una maldad que me guía por la senda del éxito y por mi ESTUPIDEZ al no seguir sus consejos.

Y UN DESTIERRO QUE ME CONSUME POR DENTRO.

Ahora soy libre.

Tengo una libertad QUE NO NECESITO, QUE NO ME INTERESA.

¿Alguna vez dejé de ser libre durante este mes? No, pero me gustaba encarcelarme en ti.

SILENCIO, JODER.

domingo, 3 de noviembre de 2013

He tenido un sueño... Pero no soy Martin Luther King

Hoy he tenido un sueño, pero no era un sueño de grandeza ni de esperanza para la humanidad como el que contó en su discurso el gran Martin Luther King. Se trata de un sueño estúpido y decadente que yo puedo entender porque yo soy el propio titular de mi vida. Es un sueño que carece de importancia para absolutamente toda la población. Mañana se me pasará, o no. El caso es que si he soñado lo que relataré a continuación, es por una razón sólida.

Imaginaos que cogéis el último tren para llegar a casa desde una ciudad relativamente lejana. Bien, cuando consigo entrar en este tren, me deja en una estación intermedia y, desde ahí, dónde se supone que debería coger el transbordo, no hay más trenes. No hay nadie, de hecho: ni revisores, ni trabajadores, ni guardias de seguridad, ni usuarios de la línea. Nadie. Solo yo y yo mismo. Menos mal que solo es un sueño porque dejarme solo a mí conmigo es la peor idea que mi mente puede concebir como real. Cuando quiero comprobar por qué demonios no pasan trenes y está todo tan desierto, la estación se transforma rápidamente en un motel repugnante, más concretamente en una habitación mugrosa y caótica. No acabo de entender esa parte... E, inmediatamente, aparezco fuera de la estación. En su entrada. Ahí me esperan mis mejores amigos, pero están tan enfrascados con el teléfono móvil que ni siquiera se dan cuenta de mi existencia. No, ellos no son así. No, ellos jamás harían algo así. Sencillamente mi cerebro proyectó algo que temo sobre lo que más quiero. No hablo de mi teléfono móvil en sus manos, ni hablo de un contacto mío que me haga exasperar o que me dé miedo, no. Ambos, contacto y móvil son ajenos, pero tampoco de ellos ni ellas. Y no le temo a él o a ello, sino a lo que pueda causar en mí a causa de una serie de actos que podrían llevarse a cabo. Después aparece... "otra persona", también con el teléfono. Nadie se percata de dónde estoy, pero sin embargo están todos sentados a mi lado. Y yo, como siempre, me hundo. Intento escapar de esa zona pero no hay puertas, estoy en el exterior... Pero una cúpula me impide salir del propio sueño. Y así me he despertado.

¿Qué significa todo esto? Yo considero que es muy simple, a excepción de la parte que ni yo entendí.

Yo me subo a un tren: Yo me apunto a algo, me uno a algo o a alguien.Intento formar parte de algo.

El tren me deja en una estación en la que no salen más trenes: Ese algo al que me he unido me ha dejado en un punto sin retorno y, además, sin salida. De aquí no puede escapar vuestro humilde narrador, como diría Alex DeLarge.

En la estación no hay absolutamente nadie: Es sencillo. El terror corre por mis venas cuando nadie corre a buscarme, cuando veo que, además de que ese tren me ha dejado en la nada, no puedo recuperarme, no hay manera de seguir adelante.

La parte del hotel: Supongo que una habitación caótica connota el caos que llevo dentro de mí... Quién sabe. ¿Sentimientos desordenados?

En el exterior: Lo mejor que tengo en mi vida, ellos y ellas, no pueden ayudarme en esto. Eso me deja completamente indefenso. Además, se ausentan en un aparato en el que pueden estar hablando con cualquier otra persona.

"La otra persona": Tan dulce, tan bondadosa, tan hermosa. Y una frase, una palabra, un par de letras o un sonido de otro individuo podrían hacerle sonreír del mismo modo con el que yo lo conseguiría con un verso, una poesía, un texto retórico en prosa dedicado a sus virtudes, una aclaración de lo mucho que es y de lo poco que cree que es el resto de gente. Jugamos en otras ligas, ni siquiera jugaremos juntos. No lo sé. Duele.

Ojalá pudiéramos escoger ciertas cosas, porque yo seguiría sintiendo. ¿No demostraría eso algo?

A veces me planteo la extremista frase de Hamlet: Morir, dormir... Dormir, quizá soñar.

viernes, 25 de octubre de 2013

Inseguridad de plomo

Me hundo. A veces me hundo sin razón aparente, o por una equívoca frase en el contexto menos indicado... No, la mayor parte de las veces que muero por dentro lo hago porque malinterpreto algo, porque quiero pensar que el mundo me quiere hacer daño, porque pienso que estoy actuando con demasiada bondad y no estoy recibiendo nada...

...Pero como la mayoría de veces, estoy terriblemente equivocado.

Una vez, uno de los pilares de mi vida me dijo que me buscaba relaciones imposibles, mujeres inestables y casos similares por temor a enamorarme o a que la relación fuera, de hecho, bien. Temor al compromiso, miedo al entregar mi vida por completo y reventar mi burbuja para dejar pasar a otra persona. Sí, en efecto, tengo miedo, pero creo que actualmente sí podría llegar a conocer a alguien para darle todo lo que mi persona es capaz de entregar. Hasta hace relativamente poco era incapaz de hacerlo por diversas razones, pero creo que ya me siento capaz, que el mundo no es un lugar tan terrible (dentro de lo indecible) y que no tengo porque pensar que expongo mis heridas sin cicatrizar. De todos modos, esto ha llegado en un momento de total confusión. Sé que siento y sé por qué: La irracionalidad es siempre la causa de estas consecuencias. El único problema es que no puedo, como nadie, leer la mente de la persona a la que entregaría el fuego de mi alma. No, no sé qué piensa en cada instante, no sé si la sonrisa que esgrime es forzada o si las miradas que me dedica son meramente contemplativas. ¡Y todo esto es una estupidez porque la mayoría de personas no piensa en estos matices! Pero yo crecí con esta maldición. Y, aunque haya aprendido que el mundo no me odia, sí que busca sus propios intereses por encima de todo y... Ella es un interés prioritario para el género masculino. Y yo solo soy un hombre en un mar de hormonas descontroladas... A mí me mataría perderla. Al resto, le daría completamente igual, pues hay más oferta en el mercado del machismo sexual. Ahora que aprendo que la misantropía no es el camino a seguir, resulta que me asaltan las dudas de toda una vida, enterradas en un pasado...

Héroes del Silencio tiene mucho que decir sobre la coyuntura que estoy viviendo.

"Empezar porque sí y acabar no sé cuándo"

Sí, empezar una tarea, una acción, algo... Y no saber cuándo demonios terminará, no tener ni idea de si llegará a buen puerto o sencillamente nunca terminará y acabar fundido en una espiral de terror, indefenso ante la certeza de no querer abandonar una empresa que provoca dolor incluso al pensarla.

"Que termine un momento precioso y le suceda la vulgaridad y nadar mar adentro y no poder salir" 

Después de una cita, de una quedada, de una conversación amena; después de una sonrisa y varias carcajadas tengo que volver a estar conmigo mismo, con la peor y mejor compañía que existe. No es fácil impedir que ego me hunda y me destroce por dentro. No es difícil que el "momento precioso" sea sucedido por la vulgaridad. Y después, nadas mar adentro, atrapado en la corriente de tu propia tristeza. El único modo de salir es la voluntad, pero... ¿Si te la merman, cómo demonios lo harás?

"No puedo dormir con éstas lágrimas goteando encima de mí"

No creo que haya que ser demasiado explícito.

"En sus ojos apagados hay un eterno castigo"

El reflujo del dolor que sufrió hace que el brillo de sus ojos se atenúe. De todos modos, siguen siendo hermosos, pero el eterno castigo sigue estando atrapado ahí dentro... Pero parece que solo yo soy capaz de verlo.

"Y dejemos que lo cierto sea lo que imaginamos"

Vivir de ilusiones, creer que amas cuando realmente no sabes qué sientes... ¿Sabéis qué? Los sentimientos nos los inventamos nosotros mismos por necesidad o por necedad.

"La sinceridad, enemiga del ganador"

Cuando lo has contado todo y sin mentir... ¿Qué te queda para defenderte? Vas a caer si esa otra persona no se digna a darte de la mano y evitar tu caída.

"Cuando abandones tu sueño sabrás que has muerto y los gusanos siempre están atentos"

Por último, debo decir que jamás debes abandonar tu sueño por mucho que duela... Sin él, eres lo que dicta la canción: un cadáver. Y a los cuervos de la sociedad les encanta alimentarse de ellos. 

En el fondo podrías resumir, estimado lector, todo este texto inútil en una frase: tu interlocutor es un cretino inmaduro e inseguro que, cuando encuentra lo que desea, no sabe qué hacer con ello. 

lunes, 7 de octubre de 2013

All-in sobre el arca de la alianza

Ya no hay vuelta atrás. He cruzado una senda sin retorno, como en esas películas malas o en esos videojuegos genéricos en los que cae un tronco en mitad del camino sin razón aparente, cortando cualquier vía de escape. Sí, he apostado todas mis fichas, en un all-in del destino, obligando al resto de jugadores implicados a que pongan toda la carne en el asador. Quizá me estoy pasando, quizá estoy rozando el límite de lo que debería ser la naturalidad de la vida. Quizá estoy, en fin, forzando algo que llevo anhelando desde hace muchísimo tiempo sin saber por qué o sin querer admitirlo conmigo mismo.

Echo de menos la cobardía que me caracterizaba con estos temas cuando era bastante más joven. Le daba juego a la vida en general y me hacía sentir con el doble de potencia en particular. Ahora, soy cobarde en otro aspecto: me tenéis delante de la mesa, esperando a que la quinta carta se destape para mostrar una mano que ni siquiera he mirado. Apostando a ciegas voy en esta partida de poker de la vida y no temo entrar en ella sin una estrategia, sino el resultado final. ¿Victoria o derrota? Quién sabe.

Lo único que le pido al destino, si es que existe, es que no me aleje del descubrimiento más importante que he hecho en los últimos tiempos, de ese cofre dorado que he abierto sin forzar la cerradura, con ternura, cariño y, en cierto modo, amor irracional. Y lo único que me pido a mí mismo es un poco de paciencia, cordura (en la medida de lo posible dentro de la locura en que resulta todo esto) y madurez.

La cerradura del cofre estaba algo debilitada, pues la llave llevaba un par de años en ella, sin moverse, en una rutina de óxido e invariabilidad. Haber encontrado la llave perdida no me da derecho a volver a insertarla si haber restaurado antes el maltrecho baúl, arca de la alianza.

martes, 13 de agosto de 2013

Una noche de fiesta: tu mente te habla

Contemplas los restos del semidesaparecido sello que te estamparon al intentar huír de la discoteca para tomar una cerveza y ahogar las penas y las glorias en cebada. Te das cuenta de que, al muy hijo de puta, le ha costado difuminarse, pero que eso te hace pensar en la noche del sábado. Típico: amigos, alcohol, música, conversaciones absurdas y otras muy serias.

No es que importe lo que hayas decidido hacer durante la noche, pues decenas de personas harán lo mismo que tú y posiblemente de diviertan más por el simple hecho de que eres como eres. Saboreas la felicidad, pero sin la silenciosa, solitaria y oscura tristeza te sabe como a lechuga sin condimento. ¿Quizá por ello buscas resentimiento biológico en el alcohol? ¿Podría ser que fueras un incursor del dolor propio y ajeno? Quién sabe. En cualquier caso, te lo estás pasando de puta madre con tus "hermanos" y, aunque te gusta anotar ideas en tu mente para (por alguna razón) escribir, está todo tan difuso que optas por apartar de tu mente todo aquello que intenta flotar y dirigirse hacia tu boca. No, que no brote de tus labios.

Una hora. Ese es todo el tiempo que tienes para lamer la barra del más decadente bar de la zona. Pero, ¡eh! Los propietarios suelen ser la simpatía personificada y ríen al verte derramar lágrimas tras consumir el chupito de fuego e infierno que te propinan con una sonrisa y la palma de la mano bien extendida en señal exigente de merecida recompensa. Les pagas. Son muy majos. Son tus camellos de una noche, de cada noche y de cada sábado que se puede. Sabes que, esa droga, aunque legal, es jodida. Pero te gusta. Te encanta. Tus pensamientos se vuelven nuves y, cuando llegas a casa, llueves. Todo ello después de miccionar, claro está. Pero aún no has vuelto a casa, aún no se ha terminado la noche, ni mucho menos la fiesta. Con la mejor compañía de la que te vez capaz de rodearte (y menos mal), vuelves a entrar a la caja de zapatos de rock, cantos rodados y metal. Hay mucha gente, casi todos desconocidos. También hay muchos grandes amigos y amigas pululando por allá, pero por alguna razón, cuando tu cabeza es niebla no los procesas con celeridad. Están ahí sin más. Al menos no dejarán que eches espuma por la boca. No en el suelo, digo. Te tumbarán en un banco o algo, pero eso no pasará. No al menos hoy. Esperemos que nunca.

¡Mira! Es esa chica. Está sobria. Estás ebrio. Ella cree que eres imbécil y un crío. Joder, lo aparentas, mírate. Quizá nunca llegue a saber que, por dentro, no eres tan desdeñable como por fuera. Es una lástima, pero no aparentas ser un hombre. Tienes 22 años y ya has dejado de crecer, pero tu mente intenta seguir activa incluso atravesando los ríos de alcohol que alimentas sin ton ni son durante la noche. ¡Dios! Esa cerveza es horrible. Sabe mucho mejor una Guiness cuando suena el clink de tu jarra contra la de tus colegas. Confórmate. Bebes para olvidar. Bebes para no pensar. Bebes para cometer errores por los que lamentarte y aprender a posteriori. O no. ¿Quién sabe? Tú no, desde luego. Y ella menos. Te acercas porque un amigo te ha visto mirarla, casi admirándola. No es solo hermosa, te atrae por algo más, aunque no sabes (ni sabrás) por qué. Te presionan. ¡Dile algo! Te acercas tambaleante, creyendo que la dignidad aún te sostiene, que no. Balbuceas frases sin sentido. Cometes el error principal ante cualquier mujer, ante cualquier persona: Intentas caerle bien. Vaya, no eres tú mismo. Y no, no culpes al alcohol. Eres estúpido sin más, el alcohol únicamente provoca que seas un estúpido borroso. A pesar de todo ella contesta, se digna a clavar su mirada en la tuya sin apartarte sin piedad. Sabes que finalmente lo hará. ¡Vaya! Lo ha hecho. Te lo dije. ¿Y ahora? ¿A seguir bailando como un imbécil? Sí, es divertido. Sabes que ni sobrio te queda algo de vergüenza y que, hacer el payaso te divierte sobremanera. La diferencia entre el antes y el después de la conversación es que, antes, tus compañeros eran tus amigos, el alcohol, la niebla, la música y la multitud. Después, ahora, son ella, el rechazo, la inseguridad, la niebla, tus compañeros, nadie más. Pero bailas. Bailas porque sabes que en 3 horas llegarás a casa y te rendirás en un lecho que has compartido más de un centenar de veces, solo que ahora estás solo. Y encima la niebla se despeja para dar paso al dolor.

Pero bueno, la fiesta sienta bien.

Siempre y cuando una mujer aparentemente interesante no crea que tú no lo eres.

domingo, 7 de julio de 2013

Incoherencias que se exilian en verano

Se ha puesto a llover en mí y han empezado a oxidarse los metales que recubren las joyas que albergo allá dentro. Lo más cercano siempre se valora menos que lo que no está al alcance de la mano y, ¿qué sucede cuando no puedes ni agarrar la joya porque está herida y llena de muescas? Es muy ridículo cómo la mente humana es la que provoca la propia locura sin antes avisar.

Y aquí estoy yo; esperando lo inevitable mientras desayuno tazones de melancolia y nostalgia que ni siquiera debería sentir. Por lo visto, en el supermercado se quedaron sin felicidad simple, de esa que no engorda y de la que no se aprende absolutamente nada, y de la que no se desprenden textos. Uno se cansa de que la vida canse por cansarnos y es que cuánto más pasan los años más fácil es entablar una conversación con alguien que aparentemente es ajeno a tus pensamientos, pero más difícil será que confíe en ti. Ah, y también es más difícil que se fíe de que mi locura es legítima y de que todo lo que hago nace de la profunda fascinación. Pero claro, si le sonríes a alguien con los ojos brillantes y le dices lo bueno que es en algo, lo guapo que es o lo profundo que crees es su fuero interno, pues te va a mirar raro. Lo peor es que lo entiendo.

Me ha pasado tan pocas veces que creo que aún es algo fantástico y producto de mi imaginación, pero sé con certeza que hay personas que aparecen para cambiarlo todo. Nuevos métodos, nuevas reacciones, nueva rutina, nueva música, nuevos lugares, nuevas miradas...

C'est la vie, supongo.

Por cierto: Qué guay es "El Temblor" de Dorian, aunque en este caso y a esta entrada le pega más Summertime Sadness.

martes, 4 de junio de 2013

Cuestionando mi existencia

Normalmente no suelo pensar en estas cosas, inmaduro de mí, pero la coyuntura me dice que por delante solo tengo un enorme agujero negro que absorberá lo poco útil que reside en mí para expulsarlo en algún callejón sin salida, rociado de una macedonia de orines caninos y vagabundescos. Nunca he creído que hiciera algo mejor que el resto de personas, pero tampoco pensé que lo hiciera peor. Ahora sé que hacerlo bien o mal no importa si no te ciñes a un guión prestablecido por una sociedad erosionada y oxidada. Veo mi futuro supeditado a un individuo con carencias emocionales graves y cuyo desahogo principal sea la humillación de sus ya humillados empleados al estar por debajo de él en la cadena evolutiva profesional. Al principio quería escribir para mí mismo, luego pensé que quizá podría mostrarle al mundo algo personal y único para hacerles disfrutar y olvidar todas sus penas, problemas, conflictos... Como hago yo cada noche al leer cualquier cosa que tenga entre las manos y que posea un mínimo de calidad. Ahora mismo, mi superior directo es la mediocridad. Allá dónde vaya siempre me sigue, gritándome que no me esfuerce, que no es necesario intentar abrirse paso entre una multitud de piedra inmutable. Intenté ignorar a ese guía cabrón, pero cada vez que me encuentro algo bajo de suministros anímicos aparece para volver a la carga contra mi valuarte debilitado. Los estudios siempre han sido mi escudo contra la profesionalidad; el hecho de intentar acercarme cada vez más a la cátedra es lo que ha dado sentido a muchos de los años de mi vida y, debido a que soy joven, espero poder aprender mucho más en los años que me quedan, pero... Considero que este recorrido que he seguido durante 3 años y que culminará en 2014, no me llevará a buen puerto, sino que se hundirá sin remedio en los pantanos de la complementariedad. Esta carrera no será nada más que una frase subordinada sobre otra que aún está por contruir... Solo espero encontrar el verbo pronto para poder realizar la acción y que el sujeto deje de ser elíptico en este mundo para que pueda tener voz propia, levantarse de la silla de la dependencia y clamar que todo es posible a pesar de que todo está también condicionado. ¿Son solo sueños? No lo sé. Y, francamente, no quiero saberlo. Ya no tengo claro que lo que hago, lo único que sé hacer, esté bien.

domingo, 19 de mayo de 2013

Decisiones salomónicas

¿Conocéis esas situaciones en las que te posiciona la vida sin avisar y en las que debes tomar una elección que sabes que te perjudicará a corto o a largo plazo? El abanico de opciones que tengas al alcance es totalmente indiferente, pues algo acabará trastocando tu día a día y, seguramente, tu cordura. ¿Qué haces cuando algo entorpece tu camino hacia el crecimiento y hacia la madurez? Lo dejas de lado, ¿verdad? Pero... ¿Qué hacer cuando "eso" es lo que te otorga estabilidad? Sí, abandoné un nexo de lucidez y cordura para despertar de nuevo la bohemia que hay entre mis huesos, pero no todo salió bien. Ahora soy un ser con alas, libre, pero como a Ícaro se me están resintiendo proyectando ante mis ojos una caída estrepitosa por haberme acercado demasiado al Sol. ¿De qué sirven unas alas si no sabes volar?

Echo de menos esa piedra en el camino como término genérico y nada concreto. Echo de menor el poder tener alas pero mantenerlas extendidas admitiendo la propia incapacidad de flotar en el aire.

domingo, 14 de abril de 2013

Tristitia como compañera eterna

Estoy cansado de todo esto. Incluso escapando de la rutina encuentro otra rutina. Incluso dejando de lado la indiferencia para sentir, me topo de bruces con una hoja en blanco y un texto que no leeré y que mi mente escupe con rabia. Después de tantos años de crecer física y psicológicamente he llegado a la conclusión de que en esencia apenas no he evolucionado. O sí, creo que quienes me conocen lo hacen mejor que yo mismo, así que son ellos y ellas los que podrían hablar sobre ello con propiedad. Yo siento que no he cambiado en lo más profundo de mi ser.

Sigo buscando la calma en uno mismo, continuo buscando un rincón en el que esconderme del mundo, y de todos vosotros. Sigo escribiendo y sigo vomitando lo que siento sin temor a que todos podáis leerlo porque es una carga que, de no compartir, pesaría demasiado. No ha cambiado mi fascinación por lo oscuro, por lo desconocido y por lo ajeno a la mayoría. Sigue siendo mi pasión la cultura clásica, la cultura que se aleja de la contemporaneidad, aquello que quedo cubierto del polvo de sus propias ruinas, como el ser humano tras morir. En definitiva, se podría decir que amo lo que ya está muerto y que la vida me fascina, pero solo en su justa medida. Una ciudad medieval atrapada en el anacronismo está finada en la actualidad, pero entre sus murallas ya no corretean niños hambrientos, ni soldados ataviados con gruesas armaduras, ni reyes despóticos. No, ahora solo se desliza la sombra de la sombra de un fantasma que nunca existió. Y yo mismo. Por eso me fascina tanto la muerte y el pasado, porque puede hacerte la misma compañía que el mejor de los amigos: la soledad. La convergencia entre el pasado y el presente es algo que atrae mi atención como una mujer hermosa. ¿Y qué ciudad posee multitud de capas históricas? Barcelona. Siempre hay una excusa para viajar hasta Barcelona y perderme entre sus murallas ennegrecidas y sus callejones góticos.

Pero estos dos párrafos solo demuestran lo poco que me contenta la vida aun teniendo uno de los mayores tesoros que en esta época casi nadie tiene la suerte de poseer: unas amistades fraternales. Si la muerte rozara a una de estas personas saltaría los muros de la metafísica para arrancarla la guadaña y tallar sus huesos lentamente. Lovecraft dijo que "con extraños eones incluso la muerte puede morir".

Si soy tan afortunado, entonces... ¿Por qué me siento así? ¿Qué quiero realmente? ¿Por qué un año repleto de cosas que un hombre común querría hacer a todas horas no me llena en absoluto? No lo entiendo, ni nunca lo entenderé. A veces pienso que no debería haber nacido siendo yo, que ha habido un error divino o algo por el estilo.

Por último, es ese maldito sentimiento el que hace que toda la mierda que llevo dentro salga a la luz. Sin ello, sería estúpidamente feliz, escondería el dolor tras una máscara de marfil, dura y blanca. Brillante. Pero no es así. Sí siento eso; sí. Es como una espada clavada en el estómago, es como una lanza que te atraviesa la garganta y que impide pronunciar una palabra tras otra en una sucesión lógica, como borbotones de sangre que te atragantan. Estoy seguro que quien haya leído hasta aquí sabe de lo que hablo. Es algo que nunca se siente cuando se desea. Aparece cuando menos lo deseas y te destroza poco a poco. No es bonito, es terrible, es como una enfermedad que te consume poco a poco, como una lepra del alma. Lo das todo por una convicción que ni siquiera es tuya ni es legítima. Dejas de lado todo lo que estuvo siempre a tu vera para darle la mano a un desconocido. Es una enfermedad, lo es...

De todos modos no diré que no quiero sentir. La indiferencia me provoca más tristeza que la propia tristeza y, además, es una tristeza que ni siquiera me inspira. Es vacío. Es nada. El sufrimiento forma parte de la vida y engendra los párrafos que tenéis arriba, pero de vez en cuando quiero vivir estúpidamente feliz. ¿Dónde ha quedado mi espíritu adolescente? No han pasado tantos años... ¿O sí?

miércoles, 10 de abril de 2013

Hoy no tengo nada que leer

Me encuentro en la cama de mi habitación, sin nada que leer, salvo las palabras a las que yo mismo doy vida. Mi receptáculo no es maravilloso, no se trata de una alcoba protegida por finas cortinas de seda o de los aposentos pétreos de un rey. No, estoy sentado sobre una cama perteneciente a la época contemporánea, producida seguramente en serie y sin nada particular o reseñable.

Ni siquiera sé si es miedo lo que siento al tratar de expresar mi debilidad más terrible, o si es desconfianza hacia los pocos lectores de los lamentos de este incursor de dolor. Cuando sé que el día está a punto de terminar me siento feliz al pensar que volveré a mi completamente normal cama, y no por el descanso que promete, sino por los sueños y los mundos que me abren mis compañeros más silenciosos.

Puedo estar días, semanas e incluso un mes entero sin leer, pero la certeza de que esa obra me está esperando hace de mis días una estrella algo más brillante. Todos los libros son distintos, y todos los autores, un universo. Leer es querer conocer a esa persona que sujetó la pluma o tecleó las articulaciones de un portátil barato. Leer es querer crecer. Leer es aprender a ser lector. Leer es dialogar con uno mismo y escribir es llegar a un acuerdo. Leer es una lágrima y una sonrisa, un puñetazo y una caricia, una muerte y una vida nueva, un agravio y una poesía.... Todo ello combinado provocando un Big Bang sensorial.

Evidentemente, no soy tan melodramático como para sentir tristeza ante la ausencia de una novela que rellene los huecos de mi eterna noche psicológica, pero sí siento un vacío que me parece ridículo. Hay millones de obras por conocer y una vida muy corta por delante en comparación. Y hoy, no tengo nada que leer. Esta incertidumbre solo demuestra incultura e indecisión por mi parte, y nada más. Si fuera sabio, podría titular esta entrada como mi novela favorita: "El temor de un hombre sabio". Lástima, quedaría muy solemne.

Por último y más importante, la novela es mi psicóloga, y ni siquiera me pide favores a falta de cobro. La novela me ayuda a olvidar que recuerdo. La novela es mi capucha cobarde y mi camarada muda. La novela desactiva la capacidad que me dio mi cerebro para preocuparme por lo más nimio. La novela es mi amante y mi mujer infiel.

La novela es la única opción que tengo de huir de mi mismo y, por ende, de ti, seas quien seas.

Hoy no tengo nada que leer, pero la escritura es la lectura de mi ayer.

Y ya va siendo hora de escribir un relato.

domingo, 31 de marzo de 2013

Una pequeña reflexión nocturna

Barcelona muda su piel de noche. Una excusa tan banal como la pérdida del último tren permite a vuestro humilde narrador contarlo por primera vez tras haberlo experimentado infinidad de veces. Ha valido la pena. [Un segundo bajo esa sonrisa merece permanecer en una ciudad corrompida y ataviada de drogadicción y prostitutas]. Un hombre de aspecto descuidado me ofrece cerveza y, con una sonrisa, declino su oferta. Debo de haber hallado un código secreto pues me ofrece algo más. Vuelvo a sonreír y él se marcha apaciguado, acostumbrado a recibir palabras grotescas e indiferencia. No, no es esta Barcino oscura lo que busco, pero sí lo que hallo a tardías horas. No me preocupa, no me desagrada. Me sumo en esta oscuridad y pierdo la pureza diurna que mora incómoda en mí. [Ya echo de menos su compañía y empieza a doler]. La estrella de Plaza Cataluña no brillará más por hoy [ni tampoco su mirada clavada en la mía]. [¿Qué me pasa? Me siento igual de inseguro que un adolescente virginal]. La soledad me ha encontrado en esta enorme ciudad, y no suele pasear por sus calles... Tampoco me incomoda su compañía... [Pero preferiría la de esa persona que acaba de partir]. Todo lo aprendido mediante la experiencia se desvanece entre el rojo de las latas de cerveza que venden por la calle individuos sin casta y el negro de la noche. [Baila, ríe, diviértete; yo pensaré en ti hasta que, agotado, pierda la conciencia]. No soy más que un punto difuso entre tantos aquí. No soy nada y nada expreso, mudo de un dolor que no entiendo y presa de un miedo tan irracional como mis deseos. [No soy más que un punto en un texto que te aburre, aunque quisiera llegar a convertirme en esa frase que tanto adoras, o, incluso, convertirme en "te quiero"]. Pero claro, todo esto no es más que una pequeña reflexión nocturna.

miércoles, 27 de marzo de 2013

La maldad de Venus

Es Venus siempre la que roza con su pelo mi tez  provocando que la maldición se desate de nuevo. Me he resignado a que jamás podré librarme de ella, pues Venus es omnipresente y conoce todos y cada uno de mis pasos y pensamientos. De acuerdo, acepto que no soy rival para ella, pero quisiera tener una charla civilizada con la diosa del amor, con la mujer perfectamente imperfecta por antonomasia. El diálogo empezaría seguramente con una carcajada despótica por parte de la divinidad:

-¿Qué quieres de mí, humano? ¿Qué buscas de tu propia destrucción?
-Únicamente quiero ser libre...
-Sabes perfectamente que tu alma está sujeta a mis designios. Jamás serás libre.
-En ese caso, deja que te pida un pequeño favor.
-¿Y cuál es, pequeño ser?
-Quiero que tus deseos se centren exclusivamente en un alma de mujer.
-¿Quieres que libere de la pasión que te hace distinto del resto?
-No. Quiero que esa pasión se comprima para que solo una dama pueda saborearla en toda su esencia.Quiero sentir la locura una vez más, quiero que un solo ser pueda moldear mi espíritu a su antojo. Quiero bailar al son de los besos de unos labios. Quiero oler fascinado la cabellera de una sola princesa. Quiero ser un todo con ella.
-Entonces, tendrás que sacrificar todo lo que podrías llegar a sentir por otras personas del sexo que te atraiga.
-¿No es esa la gracia de la vida, señora? ¿El poder y tener que decidir entre una eternidad?
-En ese caso, te condeno, como has demandado, a las cadenas de la pasión individual. Solo una mujer podrá robarte el alma por completo, pero no te diré dónde encontrarla ni cómo distinguirla.
-Pero... ¡Así se me hará extremadamente difícil!
-Y... ¿No es esa la gracia de la vida mortal, humano?

Algo así.

De todos modos, mi pasión siempre se desata cuando una mujer me roba un fragmento esencial. Aunque... Aún no ha aparecido quien pueda eliminarme con un susurro. O sí. Quién sabe.

viernes, 1 de marzo de 2013

Adolescencia y sentimientos

Me gustaría retroceder en el tiempo, pero no para cambiar mi pasado, que es la base de mi futuro y lo que justifica mi presente. No, mi voluntad anacrónica nace del deseo de volver a sentir.

Durante la adolescencia nos vemos ahogados entre consejos adultos. La mayoría de ellos son pura fanfarronería que yo mismo he llegado a reproducir, pero algunos destilan sabiduría pura.

-"¡Vive ahora como si mañana fuera el último día!"
-"Siente todo lo que puedas sentir. Amor y odio; tristeza y alegría".
-"No te cierres a nada".
-"¿Por qué no intentas escribir una poesía?"

Me pasé los días encerrado en casa jugando a la videoconsola. Aprendí mucho así, aunque a priori parezca imposible, pero me perdí muchos detalles. Luego conocí a mis hermanos y desde entonces desterré a ese niño solitario que rehusaba la compañía humana. Al menos físicamente...

El segundo consejo lo seguí al pie de la letra, aunque no a voluntad. De todos modos, solo pude disfrutar la faceta negativa de la pasión. Miles de lágrimas derramé, pero de ese lago cristalino nació mi ego presente. De esa tortura nacieron estas palabras. Esta es la razón principal de querer volver al pasado... Quiero volver a sentir como un adolescente; quiero escribir como un virtuoso del piano al rozar las teclas. Anhelo volver a dejar que mis dedos corran libres y salvajes para luego emocionarme por un mensaje que ni yo mismo entiendo de dónde procede.

Deseo volver a sentir con fuerza para demostrarte qué es sentirse amado, para que entiendas qué es el amor, para que veas qué es una mirada de fascinación, para que en tus ojos se refleje mi espíritu. Lo que hoy te escriba no se compara con lo que el Albert adolescente habría creado. Pero ese muchacho está escondido en lo más profundo de mi ser.

Desde que mi padre me dijo una vez que "en el mundo hay de todo, hijo", descubrí que casi todo es posible y lo que no, es imaginable. Por eso mismo creo lo que no existe mediante la literatura y, de ese modo, creo mi mundo perfecto.

Por último... El cuarto consejo me lo dio mi profesora de castellano. Carmen, te debo muchísimo. Si no hubiese sido por esa poesía que me mandaste hacer... "Pero profe, yo no sé escribir. Y mucho menos hacer poesía". Insististe en que era un trabajo obligatorio y... Nació mi yo poeta. Abriste la caja de Pandora y empecé a destilar relatos, estados y a describir todo lo que me rodeaba.

Por último...

Me gustaría volver a conocer a mis hermanos una y otra vez. Repetir el día en que Víctor, Rubén y yo fuimos a nuestro primer Salón del Manga y dónde conocí a Ana y al propio Rubén. Volver a estrechar por primera vez la mano de Carlos. Volver a dedicarle una sonrisa idiota a Danny. Volver a escribirle esa nota a María. Volver a llamar rubia por primera vez a Laia. Volver a extrañarme de que Edu maquille cadáveres. Volver a reírme con un desconocido llamado Jose de lo ridículo que era ese juego. Volver a fotografiar a un hada llamada Jéssica... Volver a agregar a una vallisoletana con dudas existenciales llamada Marta... Volver a nacer en la misma habitación que Víctor... Volver a llorar como ahora mismo. Volver a mirar a Buenafuente con interés para volverme y ver a mi lado a una mujer hermosa; ofrecerle mi asiento y que me conteste que "no, gracias", con una sonrisa cautivadora causando que él deje de ser el centro de atención.

Volver a hacer muchas cosas, pero con 15 años.

viernes, 22 de febrero de 2013

Cáncer y muerte

No es la primera vez que el cáncer se lleva a un ser querido. Ni será la última, estoy seguro.

Primero arrebató el alma de una niña que solía golpear la ventana de mi hermana para colarse en mi casa y hablar con ella de cosas de "niñas mayores". Recuerdo que siempre esgrimía una sonrisa pícara y que yo era solo un niño tonto cuya mayor preocupación era no guardar la partida. Apenas la conocí realmente, no hubo tiempo. Lo único que sé es que era tan radiante como el sol durante el alba y que algo que no es el Dios al que tantos culpan y adoran le consumió la vida.

Luego te fuiste tú, compañero de aventuras virtuales. Tú, una especie de mentor. Tú, un hombre disoluto con defectos y virtudes... Eras tú el que aguantaba mis pataletas y eras tú el que me acompañaba en mis sesiones de juego en tu propia casa. "¡Quiero que te calientes la cabeza!" Decías. No me permitías tocar un videojuego simple. No, debía pensar, debía crecer. ¿Sabes? Creo que creías en mí; creo que creías en mis capacidades y creo que sabías que podías hacerme crecer. No fuiste el padre perfecto, ni tampoco el esposo ideal. Pero sí fuiste amigo y compañero de mi propio padre. Te perdí de vista y solo una llamada me recordó que existías. "¿Me vendrás a ver?" Estabas en el hospital, "malo", según mi madre. No le di importancia. Seguramente te recuperarías pronto. Al poco tiempo me llegó la noticia de tu muerte. "¿Cáncer? ¿Qué es eso?". Te perdí y ni siquiera me pude despedir. Te perdí y obtuve una espina imperecedera. Te perdí y aprendí que no necesitas pasar mucho tiempo con alguien para amarle. Tú también eras joven y no eras un santo, pero desde mi inocencia recuerdo tu presencia.

Finalmente, y hace semanas partiste tú. Tita, (no, no puedo llamarla tía desde la formalidad) no olvidaré jamás cómo cada seis de enero esperabas con ilusión nuestra llegada a tu casa para entregarnos el regalo anual. ¡Siempre me obsequiabas con unas deportivas preciosas! La família, aunque nunca ha estado cohesinada, se reunía en tu hogar y allá olvidábamos que el tiempo era tiempo. Tú sí eras una santa. No permitiré que nadie diga lo contrario. Jamás actuaste sin nobleza, jamás hiciste daño a nadie. De ti obtuve el DON del altruismo, la sonrisa disponible para todos aquellos que me aman, la positividad y el afán de superación. Te dije que no estaba contento con mis estudios actuales, pero los terminaré y escribiré la novela que nunca llegarás a leer. Lo haré en tu memoria y en honor a todas las personas que me han dado la vida. No le di importancia a tu presencia hasta que me di cuenta de que jamás volvería a oír tus broncas o tus exclamaciones cuando hacía yo algo que no te gustaba. Ese cuerpo inerte no eras tú, era un recipiente de lo que un día fue un ángel caído. Muchas desgracias te acompañaron en vida, pero ahora eres libre, seas o no. Ver a una madre llorar por la pérdida de su hermana me hace pensar en que yo también los perderé y que a mí me perderá alguien. No, no soy pesimista, es la ley de la vida. Duele; duele mucho más ver caer una lágrima materna que el sentimiento de pérdida. ¡Brindaré por ti cada vez que beba tu amado cava!

A todos los que hayáis perdido a alguien os doy un consejo: No los olvidéis, pero no los substituyáis. Expandid horizontes y dejad entrar nuevos habitantes a vuestro fuero interno, pero no expulséis el recuerdo que queda de los caídos. Tatuad en vuestro corazón sus nombres, pues el pasado es lo que nos conforma, y a mí me conforman los vivos y Cristina, Juan y mi tía Manoli.

Decidí hace mucho tiempo que voy a aprender de todo aquél que entre en mi vida. Aprenderé cómo ser y qué no hacer. Solo hay una vida, y un día seré yo el que tenga que soportar bajo la piedra en que reposen mis cenizas vuestras lágrimas, así que haré todo lo que deseo y me entregaré al máximo a quien ame.

martes, 29 de enero de 2013

Sueños de bien y mal

Hoy quiero ser la esencia densa de la más recóndita oscuridad. Inalcanzable, intocable, huyo de ti. A cada paso que das me desvanezco un poco más y río con histeria únicamente para que tu alma tiemble. Es fácil que me pierdas y es lo que el impulso me hace querer; bajo los pórticos del eterno castillo en ruinas que es mi frágil mente yazco solo cuando no miras. Los ventanales proyectan luces teñidas del color del cristal que ha visto derramar sangre por batallas sin sentido. No me encontrarás allí, pues temo a la luz. Mis temores, de todos modos, solo dificultarán tu búsqueda, y yo sigo riendo desde las sombras porque sé que jamás podrás volver a tocarme. Es la venganza que me brindan los Dioses. Es la dulzura de tus lágrimas amargas y el vacío en tu corazón lo que nunca me he planteado desear y que, ahora, se me antoja probar.

Se me acortaría la vida si viera tu ceño fruncido y tu semblante alicaído, pero ahora que no soy nada puedo saborear tu derrota. Persígueme e intenta que vuelva a ser pura luz. Intenta crear la ilusión de que nunca perdí ese brillo plateado en mi corazón. Miéntete y miente a todo el mundo, pero él ha sido el causante de mi amargura y, tú, sin saber siquiera por qué, alcanzaste el sol con las manos y lo colocaste a mis pies. La lux aeterna bañaba mi rostro y mi ser, pero tú misma retiraste la estrella y te fuiste lejos.

Me dejaste claro que ni siquiera los sueños son eternos, que la vida es efímera y que la felicidad es como un orgasmo. ¿Me dejarás seguir cayendo en este pozo de angustia? Ni tan solo el sueño, la imaginación o la fantasía pueden salvarme ya. Desenvaino una sonrisa y te desarmo de preguntas incisivas, pero es la gran mentira la que me permite seguir viviendo; es la negación eterna de que haya un problema, es la duda, es la incertidumbre y la indiferencia; es la impotencia, sobretodo la impotencia.

Confío en ti. Sé que puedes rescatarme. La esperanza es lo único que Pandora no perdió.

Mi alma estará esperando en el altar de mi indiferencia. Ahí permanecerá durante años hasta que la encuentres si decides salir en su busca.

miércoles, 23 de enero de 2013

Son solo posibilidades

La frialdad es la fortaleza definitiva y final de todos nosotros. A pesar de todo, puede que no sea esa la intención del criminal que te hace sufrir. Puede que el criminal sea más inocente que tú, y puede que tú tengas poco de inocente. Puede que la ausencia duela mucho más que la presencia de una espada clavada en el pecho, y puede que no pueda y que sea una certeza.

No es la melancolía la que ataca ahora con la fuerza desbocada de un toro rabioso y bravío, que tras la cornada lame tus heridas, te mira con tristeza y empatía y se compadece de ti. No, se trata de algo nuevo, de algo que hace que el pasado oscuro quede cegado por luces eternas e infinitas; y deja los viejos recuerdos que alimentan el alma y hacen que se crezca en el pecho aprisiónandola.

Con cada vez menos espacio, la esencia intenta escapar de su prisión de huesos, pero ella sabe que tú y tu corazón sabéis que el único modo de liberarla es presentando aquello que permite pronunciar palabras de amor y odio; aquello que roza y despierta la pasión, aquello que durante unos instantes hace que los dos amantes fijen sus miradas y sean uno. Al menos durante unos instantes, unos instantes de vida.

¿Acaso no oyes latir el corazón que bombea sangre para que los labios se mantengan calientes y darte así cobijo? Podría darse el caso que estos brazos te protejan del dolor, podría ser que estas piernas corran en tu ayuda, es probable que estos dedos roben tus lágrimas y es evidente que estos ojos robarán tu alma. Así pues, cuida a tu escudo y escudero y no permitas que el metal se oxide. No dejes que la lluvia borre mi ser.

martes, 8 de enero de 2013

Ser el Dios del Tormento

A veces quisiera abandonar este cuerpo humano para convertirme en un ente divino. Mi objetivo no sería disfrutar de las ventajas que eso me otorgaría, sino aprovechar mis nuevos poderes para causar estragos sobre la Tierra que únicamente afectaran al ser humano. Y no lo haría por diversión.

El Dios del Tormento sufre cada muerte que causa, pero necesita que la lluvia de sangre dé vida a su cultivo de regadío. El Dios del Tormento agradece cada ruptura y cada brecha en una relación interpersonal, se masturba cuando sabe de un divorcio y viola a las viudas que son aún jóvenes, pero no siente placer. Llora con cada ánima que siega y se lamenta por cada brecha que fisura la Tierra.

Alza su espada oxidada del más rudimentario metal y ondea su maza, purulenta a causa de todas las cabezas infectadas que ha visto estallar. Es un ser grotesco pero inefable, no tiene forma. El látigo que pende de lo que debería ser su cintura está ataviado con las espinas de lo que un día fueron sus vértebras, y el mango queda cubierto por una masa grisácea que otrora ocupó la boca del ser.

La tempestad carmesí cae sobre el ser humano y el Dios del Tormento ríe con pesar. Cada lágrima que derrama duele como una puñalada en la rótula. Por supuesto, no es inmortal, ni invencible. La resistencia trepa por su viscosa esencia y una y otra vez le ensartan con materiales cotidianos.

Pero él ríe y llora y el mundo es solo la chimenea de su hogar.

Lástima que ni por asomo pueda ser así, lástima que a veces mi carencia de materia oscura me provoque un dolor agudo. Por desgracia, carezco de escudos pues pensé que ya no los necesitaba, y no tengo ánimo de dañar al prójimo, aunque cada vez lo noto más tentador.

Creo fervientemente que no puede haber felicidad sin tristeza. ¿Ocurrirá lo mismo con el amor y el odio?